Después de una larga secuencia de besos desenfrenados, esta película deja de avanzar. Se detiene la imagen como acción y sus posibilidades de seguir siendo parte de alguna historia. Ahora imágenes e historia están escindidas, pertenecen a universos diferentes, irreconciliables. Sus encuentros y desencuentros serán sólo obra de un trabajo reconstructivo, en recorrido errante. Los personajes que habitan la pantalla hablan de distintas formas de amor y desamor; sólo tienen su presente vacío y parecen inmóviles en él.