Mundo surreal Tras la controvertida y muy politica Iraqui Short Films, Andrizzi rodó de manera muy artesanal esta película, que le valió el Queer Lion en el Festival de Venecia 2010. Construido como un libro (tiene un preámbulo, separación en capítulos, historias independientes presentadas como un falso documental y un epílogo en súper 8), el film -que propone una decena de recuerdos desde el presente de experiencias amorosas del pasado y una espera y unos deseos con vistas al futuro que indica el título- tiene algunos aspectos autobiográficos (al principio, incluso, se escucha al propio Andrizzi), que luego el guionista y director ficcionalizó, poniendo el énfasis en el lugar del narrador y en la tercera persona. Besos en todas las combinaciones y en primer plano, erotismo, climas enigmáticos, parejas bailando, fotografías, imágenes en un bello, cuidado y melancólico blanco y negro, y un aire al cine de David Lynch son otras de las cosas que propone esta extraña y fascinante película.
Relatos sobre sexo de gente común El nuevo trabajo de Mauro Andrizzi se articula como un documental apócrifo en donde seres anónimos relatan frente a cámara su experiencia personal ante un hecho concreto relacionado con el sexo. En el futuro (2010), premiada en el Festival de Venecia 2010 como mejor película de temática gay, se abre con una escena furiosa de cinco minutos con besos apasionados. Nada mejor que este prólogo para introducirnos en lo que será una rareza cinematográfica, que juega con los géneros de la ficción y el documental para entrelazar sexualmente su relato. La fotografía en blanco y negro, exceptuando una escena armada con fotografías a color, le permite al realizador jugar con los encuadres y los desencuadres, los fueras de foco y campo y la iluminación –a veces irascible y otras opaca- para contrastar cada relato. Estos actúan de manera independiente pero se cohesionan entre sí para narrar las ausencias, las falencias, las búsquedas, los amores y la experimentación en el campo sexual y cinematográfico. La línea narrativa va entremezclando la comedia con el drama. Hay episodios desgarradores, otros simpáticos, algunos casuales y otros de los que uno no puede evitar el reflejo. Pero lo interesante es la forma y cómo el autor arma en algo más de 60 minutos una película apasionante (y apasionada) cuando en manos de otros podría pasar inadvertida. En el futuro apuesta a un cine de texturas, un cine del que se pueden desprender varias capas, del que se pueden sacar un centenar de lecturas. Un cine transgresor desde lo formal con un sentido de la estética imposible de cuestionar.
En el futuro es la clase de película que se aprecia mucho más cuando pasan los días y uno comprueba que el experimento empieza a germinar en la percepción. El film abre con una larga secuencia en la que varias parejas se besan con fruición. Luego siguen imágenes de una casa vacía y se escucha una voz over de alguien que asegura ser un fantasma. A partir de ahí se suceden testimonios a cámara de personajes diversos que cuentan historias sin ligazón aparente entre ellas (tampoco son las personas que se besaban en el prólogo), aunque en general los temas se refieren el amor, el sexo y la ausencia. Predomina el blanco y negro, salvo en una secuencia que muestra una serie de “fotos de alcoba” pertenecientes a un coleccionista. Necesito diferenciar aquí el durante y el después de la proyección, sobre todo teniendo en cuenta que encaré esta película con la excelente impresión que me había producido Iraqi Short Films (presentada en el Bafici 2009), un film de montaje en el que Mauro Andrizzi imponía una notable coherencia al caótico material hallado en Internet. Por el contrario, En el futuro se desliza hacia una zona de arbitrariedad en donde el desfile de microficciones aisladas difumina la construcción de una idea o, incluso, de una emoción. Más allá del exquisito trabajo con las texturas, la composición y la fotografía, esta vez el director le destina un lugar central a la narración oral. Durante la proyección -y mientras recordaba el film Ten tiny love stories, del subestimado Rodrigo García- me sentí impelida a inferir cuál era la llave narrativa que enlazaba el desparejo conjunto, simplemente porque no quería apresurarme a juzgar la estructura como “caprichosa”. En ese primer contacto viví la película como si fuera un cuaderno de apuntes dispersos, en donde el juego de luces y sombras muchas veces salvaba la poca sustancia de algunos testimonios. Y ahora creo que aquí reside lo más atractivo de la propuesta, porque con el correr de los días muchas de esas escenas vaporosas volvieron a mí con insistencia, y esa llave que buscaba se tornó mucho más nítida. En varias de las historias narradas suele haber un tercero ausente pero fundamental, alguien que despertó celos, o fantasías, o preocupación, o sólo curiosidad. Sobre todo curiosidad. En esa pulsión no hay límite, no hay final real, cualquier otro fragmento podría seguir al último fotograma de la película, en un montaje inacabable lanzado hacia el futuro. Porque así funciona la mirada, con la urgencia por atrapar la imagen que no está, con la quemazón del voyeur que hoy se potencia aún más con esa Babel visual que es Internet. Claro que eso que tanto anhelamos jamás estará disponible en YouTube. Hace pocos días en este blog citábamos una iluminación de Benjamin: “Aquellas imágenes reveladas en el cuarto oscuro de la experiencia vivida son las más importantes que llegaremos a ver.” De eso se trata esta película.
Si bien ambos mediometrajes fueron producidos en distintas épocas -En el Futuro fue filmado en el 2010 y Accidentes Gloriosos, al año siguiente- la proyección en conjunto de los dos ofrece un díptico de amor y muerte, unidos también por una estética y tono general similar. Filmadas en blanco y negro, con cierto...
Narrar y experimentar Díptico de Mauro Andrizzi. Tiene lógica que estas dos películas de Mauro Andrizzi, premiadas en Venecia, se estrenen como díptico. En el futuro y Accidentes gloriosos comparten, esencialmente, el goce de narrar -de un modo episódico- y una constante búsqueda formal y estética. Ambos filmes son en blanco y negro -excepto un fragmento de En el futuro - y exhiben experimentaciones que no excluyen al espectador: libertad creativa sin preceptos. A Andrizzi no le interesan los límites entre ficción y documental, ni los prejuicios contra las voces en off ni contra las cabezas parlantes ni contra la utilización dramática de la música. Pero no usa estos elementos de un modo convencional. Salvando las distancias, procede a lo Manuel Puig: toma un género popular, el melodrama, y lo tamiza con una estética de riesgo. El resultado, a veces desparejo, es siempre valioso. El centro de En el futuro, que simula ser un documental -aunque mostrando deliberadamente el artificio-, son distintas historias amorosas, relatadas por sus supuestos protagonistas a cámara. El misterio, los juegos temporales y el lirismo le otorgan una impronta personal a estos relatos que bien podrían ser cuentos cortos. En el elenco figuran Sergio Boris, Luis Machín y Lorena Damonte. En Accidentes...las historias giran en torno de choques automovilísticos (acaso bajo la influencia de Crash , de Cronenberg): están más hilvanadas y cuentan con puestas en escena más dinámicas y elaboradas. Cada episodio, volcado hacia lo fantasioso, fue compuesto por Andrizzi en colaboración con Marcus Lindeen. La voz en off de Cristina Banegas -con su increíble ductilidad- se hace cargo de todos los personajes, incluso los masculinos. Es, como lo reconoció Andrizzi, el corazón de la película. Un párrafo aparte para el segmento de El chupapijas: la demostración de que con un agujero en una pared -detrás de la que se escondería un mito urbano de la felación-, un buen texto erótico, una aproximación de cámara y el talento de Banegas se puede lograr una pequeña magia, de las que abundan en esta película.
Avaladas por un exitoso recorrido internacional, llegan a la cartelera porteña dos películas de Mauro Andrizzi, el mismo de Mono (2007) y la más conocida Iraqi Short Films (2008), película armada con imágenes de la guerra en Irak grabadas con celulares. En el futuro está compuesta por nueve historias que a lo largo de casi una hora discurren sobre los vaivenes de la experiencia amorosa, armadas a partir de recuerdos e invenciones. Se trata de un mosaico visual y sonoro que perfila a la memoria como espacio de ficción. Participan actores de reconocida trayectoria en el teatro independiente (Sergio Boris, Luis Machín), y las imágenes, en blanco y negro, tienen una indudable potencia poética y erótica. En Accidentes gloriosos , que también dura cerca de una hora, Andrizzi compartió la dirección con Marcus Lindeen, artista danés que proviene del teatro y al que conoció en el Festival de Copenhagen, cuya programación está decididamente orientada a la experimentación. El film ganó el premio al mejor mediometraje del apartado "Orizzonti" del Festival de Venecia y parte de una idea filosófica: algunos accidentes que ocurren evitan catástrofes mayores. Todos los personajes de la película viven una experiencia de ese tipo. Andrizzi declaró haberse inspirado en un film sobre el tema del norteamericano Steven Soderbergh, pero también es inevitable recordar Crash , la inquietante película del canadiense David Cronemberg, como referencia. La experimentada actriz Cristina Banegas aporta diferentes matices desde la voz en off en una película de aliento literario que cumple con una premisa insoslayable del arte experimental: desafiar al espectador en lugar de subestimarlo.
Doble experimento que no pasa de lo curioso Buena jugada la de Mauro Andrizzi: presentar con el título «Andrizzi x 2» un par de mediometrajes experimentales de estilo y asunto similar, subrayando así su concepto de autor. Lo respaldan una presentación en el Centre Georges Pompidou (esa especie de enorme Lego prepotentemente insertado en el viejo Paris), la reiterada presencia en una paralela de Venecia, y abundantes panegíricos de aquí y allá, según los cuales nos enteramos de «su gran intensidad narrativa», «el uso de metáforas para coquetear con lo existencial», «la inteligente meditación sobre el tiempo», «los espacios despojados, sin límites, filtrados por los colores del pasado del cine en emulación digital, los no colores y textura del registro de un tiempo verbal extinto», etcétera. Por suerte lo explican, porque el infeliz mortal que pagó la entrada simplemente ve una sucesión de relatos solemnes y generalmente aburridos, con largos planos fijos, muy bien fotografiados, eso sí, en una excelente gama de blanco y negro (cuando no está toda la pantalla en negro mientras alguien habla). Hay momentos interesantes, a la manera de un David Lynch, a veces unos detalles de humor o de peculiar erotismo («En el futuro» ganó un Leon Queer en Venecia), por ahí un relato en colores, y también descuelgues tales como hacernos oír la estremecedora carta del capitán Robert Scott a su esposa, pero fragmentada e «intervenida», mientras en la pantalla solo vemos una vieja jugando al billar. En resumen, dos ejercicios experimentales que no pasan de lo curioso, pero tal vez le sirvan al autor para avanzar hacia algún próximo trabajo de mayor peso artístico y dramático. Sentido estético no le falta, ni tampoco equipo: el director de fotografía Emiliano Cativa, al que se suma Mariano Goldgrob, las sonidistas Celeste Palma y Sofia Straface, el editor Vázquez Murillo, el asistente Martín Maisonave. Algo positivo para destacar: esto lo hicieron por amor al arte y con el bolsillo propio (y de una entidad cultural sueca en un caso). El Incaa solo aportó para festivales y presentación al público local.
Cuando el amor deja de vivir A partir de secuencias deshilvanadas, de la forma en que el director emplea la luz, dejando a veces a los personajes en penumbras, el filme consigue ir redondeando ciertos climas, formas plásticas que sugieren más de lo que muestran, lo que transmite cierto desconcierto en el espectador. Luego de su documental "Iraqi short films" que Mauro Andrizzi, armó con imágenes que encontró en la web sobre la guerra de Irak, continuó trabajando sobre una idea de cine experimental, que no se apoyara precisamente en contar tradicionalmente una historia. En "En el futuro", el director y guionista se apoya en la idea de que lo porvenir prácticamente no existe, sino que es el presente el que habla. Desde ese punto de vista su película muestra imágenes sueltas, parejas o personas solas que hablan de sus experiencias amorosas o de abandonos. Filmada en blanco y negro, al comienzo puede verse a varias parejas besándose: un hombre y una mujer, o un hombre con otro, poco después, un "fundido" a negro deja paso a distintos relatos, que parecen encerrar enigmas. LAS CONFESIONES Uno de ellos es el de dos amigos, que fueron amantes de una misma mujer. Lo sigue una mujer que luego de varios años, descubre que marido siempre tuvo una doble vida. Continúa una pareja que relata frente a la cámara, su odisea al mudarse a una nueva casa, en la que por las noches reciben los extraños llamados de una mujer, que pregunta por un hombre, cuando le dicen que no vive en ese lugar, la persona del otro lado, corta y así sigue. Poco después un muchacho comenta su experiencia con una prostituta a la que le regaló un libro, luego del acto sexual. "En el futuro" es un filme que a partir de secuencias deshilvanadas, de la forma en que el director emplea la luz, dejando a veces a los personajes en penumbras, consigue ir redondeando ciertos climas, formas plásticas que sugieren más de lo que muestran, lo que transmite cierto desconcierto en el espectador.
Cine experimental, atractivo y revulsivo, dos trabajos no pensados para ser exhibidos juntos pero que se complementan en el mundo creativo de su director. Desde la búsqueda de la felicidad y los fantasmas del pasado en una, los accidentes automovilísticos, su atracción y sus resultados, mezclados con historias perturbadoras. Para los que gustan de los riesgos del cine de autor.
Creo que fue en un BAFICI (el 2010 si mal no recuerdo), que accidentalmente me topé con "Iraqui Short Films", cinta extraña y atrapante hecha con mucho ingenio por un director (y programador de festivales) con muchas buenas ideas: Mauro Andrizzi. A la distancia, el hombre demostró que tiene una potente percepción para nutrirse del medio y no detenerse ante las barreras naturales que muchos tenemos (es decir, el tipo, es un artista). Desde aquí, hacer una película sobre lo que pasa en Irak, sólo tomando material subido a YouTube por las fuerzas beligerantes en el conflicto, era una propuesta interesante. Así es que los festivales comenzaron a mirarlo con interés, algún apoyo material consiguió (no mucho, dicho sea de paso, aunque si premios, que siempre abren puertas), y Andrizzi siguió su camino, ahora explorando otras áreas de su lado creativo. Lo que se estrena en Buenos Aires en estas horas, son dos trabajos, mediometrajes, juntos, gran oportunidad para acercarse a su obra (son sus opus 3 y 4, la primera fue "Momo"). "En el futuro", se presenta un relato sugerente, onírico, sensual, complejo sobre el amor, la esperanza, la espera... Está pensado como un libro, con cierta estructura clásica (epígrafe, capítulos, historias y cierre) pero la manera en que se presenta el universo que el director crea, es singular, sin dudas. Podríamos decir que de las dos, es la más directa (comparándola con su compañera "Accidentes...") y la más emparentada con estructuras "conocidas", por así decirlo. No vamos a decir que es convencional, pero es intrigante y está muy bien construída. La segunda del programa es "Accidentes gloriosos", más arriesgada (al menos así la sentí), libre, profunda, y onírica. No quiero anticiparles mucho de ella, porque lo rico es que cada uno vea como la captación de un evento determinado (o más de uno, mejor dicho), pueden cobrar distintos significados. En este caso, un choque. Una trama enriquecida por varias historias que se cruzan en escenarios oscuros y un enigma que se va poblando con muchos elementos que, a simple vista, pueden parecer inconexos. Mauro Andrizzi es un artista integral. Hay que pensar estos films (ambos reconocidos internacionalmente), como eso, pequeñas obras de arte, lejos de las convenciones cinematográficas tradicionales... Así que debemos señalar que su visión es necesaria para espectadores ávidos por lo nuevo, lo arriesgado, lo original y dispuestos a ser sorprendidos. Es destacable también el empeño del director por no detenerse ante las limitaciones naturales que trae tener restricciones económicas a la hora de plantear un cronograma de trabajo. En lo personal, me intriga saber que podría hacer este cineasta con presupuestos mayores... Lo espero con gran expectativa (habrá apoyo oficial esta vez para la producción desde el minuto cero?), entretanto los invito a vivir estos dos viajes, en las salas Gaumont y Cosmos a partir de esta semana.
El fantasma del futuro Besos. Besos profundos, besos sonrientes, besos barbudos, besos calientes. Besos que se besan, bocas que se encuentran. Besos en primer plano. Besos de parejas, parejas que se besan. Se besan con ganas, con gusto, con gestos. Besos con manos que acarician. Besos que miran. Besos. Besos. Así comienza En el futuro, la pequeña, bella e interesante película de Mauro Andrizzi. Una larga secuencia de besos que, al tiempo que incomodan al espectador, abren el mundo de una intimidad tan profunda que sólo ese gesto pleno y poseyente convoca. Lo que sigue, guiado por el fantasma de lo que fue o será -un fantasma ambiguo- es una serie de pequeños relatos sobre el amor. Pequeños cuentos en primera persona sobre los amores reales, misteriosos, fallidos, silencios, dolidos o gozosos. Actores que relatan historias, que las cantan, que las actúan, que abren lugar a la imaginación y el recuerdo para que cada espectador complete historias y, tal vez, recorra el camino de su propia memoria. Trabajada en un misterioso blanco y negro, que ayuda a desdibujar las referencias de espacio y tiempo, cada historia es diferente aun cuando todas hablan del amor íntimo, profundo. El amor es En el futuro un espacio de misterio. Este es el hilo de Ariadna que nos permite recorrer la película de Andrizzi, el misterio. No como la insondable razón de la existencia del amor, sino como el devenir misterioso del amor concreto en la vida de las personas. El realizador maneja con mucho tino el recurso del plano secuencia sobre el que construye la película. Dosifica los relatos realizados frente a una cámara fija, con otros donde la cámara adquiere movimiento o con un logrado montaje de fotos. Cada historia tiene su propia lógica y sus propios protagonistas y esa diversidad, más la ausencia de todo juicio, son claves para que el relato de voces múltiples pueda reconstruirse como uno solo. En el futuro convoca a mirones, cinéfilos y amas de casa desesperadas. Aunque la presenten como una apuesta de vanguardia, es una apuesta de futuro. Y allí, En el futuro, todos podemos encontrarnos.
Tal vez así sean el cine y la vida por venir; un relato quebrado condenado a la desconexión eterna cuya cifra es el fragmento, el pedazo de una totalidad inabarcable, imposible de conocer. Para ese momento, quién sabe cuantos “pos” se le habrán sumado a “modernidad”. Lo único seguro es que la vida puede llegar a ser una sucesión de escenas e inserts sin marcas evidentes de un pasado en continuum. Iraqui Short Films, la película anterior de Mauro Andrizzi, también hablaba de la memoria colectiva y ensayaba caminos para su posible desmonte: los videos de baja calidad obtenidos de internet, muchos de ellos intervenidos y alterados, constituían un mosaico audiovisual que le escapaba al comentario político fácil para adentrarse en los terrenos de la producción de imágenes y su extrañamiento. Esta vez, con En el futuro, el director filma sus propias imágenes y logra una película intrigante, que descoloca por el vértigo que genera, tan lejana y cercana a la vez. A una larga secuencia de besos mostrados desde ángulos múltiples y explotados en toda su sonoridad le siguen escenas en las que se relatan una serie de llamados por teléfono equivocados, un amor trunco que da paso a otro impensado, o el racconto que se escucha desde el off sobre recorrido misterioso de una foto íntima amateur por todo el mundo (mientras que la película le otorga el protagonismo durante largo tiempo a fotografías del mismo género). Tal vez el aturdimiento que produce En el futuro sea el de un cine adelantado que trae huellas de otra época, de un tiempo por venir que intuimos pero que todavía no alcanzamos a vislumbrar del todo.
En dos películas recientes Andrizzi intenta encontrar un camino alternativo para el cine con vocación narrativa En el futuro, una inteligente meditación sobre el tiempo, y en especial sobre el carácter imprevisible del futuro, se llevó el León Gay 2010 a la mejor película de temática homosexual en el último Festival de Venecia, premio legítimo, aunque no refleja la totalidad de sus virtudes. Un par de besos entre hombres y un relato explícito sobre dos hombres, quienes alguna vez fueron heterosexuales y rivales por desear a la misma mujer, y mucho tiempo después constituyeron una pareja, dista mucho de definir las intenciones del realizador. Como sucedía en su heterodoxo documental Iraqi Short Films, Andrizzi, ahora, con un film de ficción, vuelve a urdir su relato a través de fragmentos: un espectro recuerda su hogar, una mujer relata cómo descubrió la vida paralela de su difunto esposo, una pareja discute sobre la participación secreta de uno de ellos en varias películas porno, un joven comparte su experiencia con una prostituta signada misteriosamente por El libro del desasosiego de Fernando Pessoa, entre otras historias. El tono es siempre intimista y cada tanto, entre un relato y otro, en el que predominan planos fijos, Andrizzi intercala secuencias de una intensidad sorprendente y de una belleza incuestionable, como la colección de besos que abre el film, la subjetiva de un gato, el movimiento de un abanico, y un plano generalísimo de una ciudad atravesada por un relámpago. Se podría decir que el film interpela desde el futuro, como si la película fuera una huella del porvenir. Sin embargo, Andrizzi parece haber conseguido alcanza lo que viene buscando en Accidentes gloriosos. En menos de una hora, Andrizzi y Lindeen sugieren una línea novedosa para el cine con vocación narrativa. Ya en En el futuro Andrizzi ensayaba una modalidad de relato en la que sus personajes contaban la película (un mosaico de historias sin conexión entre sí) y parecían ofrecer un testimonio de sus propias vidas. Esa zona indiscernible entre documental y ficción es aquí superada por un sistema narrativo similar más depurado en el que se preserva la fotografía en blanco y negro y un conjunto de historias autónomas, y en donde se repite una meditación filosófica discreta acerca del accidente como categoría existencial. Si bien los accidentes automovilísticos tienen cierto protagonismo, Accidentes gloriosos no es Crash, aunque la perversión de Cronenberg merodea en algunos pasajes. Un lentísimo travelling hacia adelante que culmina en un agujero con connotaciones eróticas resulta sublime cuando la voz en off omnipresente en todo el film le añade un cuento en el que una felatio consigue elevarse a una dimensión sublime. Las historias siempre están atravesadas por el acaso: una pareja a punto de estrellarse con su auto, unas cartas de amor encontradas por alguien, una sesión espiritista, los efectos de un trasplante en un pintor, un fotógrafo obsesionado con los choques automovilísticos pues allí el metal, la chapa, los líquidos sintéticos, la carne y la sangre devienen en obra de arte. En un pasaje bellísimo un hombre vuela por Buenos Aires y sus recuerdos no dejan de fluir por su memoria, entre ellos sus visitas al zoológico de la ciudad, cuyos animales tienen una aparición gloriosa. Andrizzi y Lindeen pueden transformar una mesa de billar en un escenario casi metafísico que sintetiza el azar y la voluntad. Cierta obsesión por nuestra condición óptica es recurrente: los lunares de una víbora son miles de ojos y en el hueco de un árbol pueden habitar varias miradas (¿un homenaje a Metrópolis?). La música de Hans Appelqvist es un exquisito aporte atmosférico para este film con momentos notables.