Para sentirse realmente dentro de un tornado
Hay que darle unos veinte minutos a esta película que empieza de manera poco promisoria, pero que de golpe empieza a levantar vuelo. O que, para usar una metáfora más apropiada, empieza a tener viento a favor.
El asunto tiene que ver con la variedad del cine catástrofe originada por la taquillera "Twitter" de Frank Marshall que podríamos llamar de "aventuras meteorológicas". La película, que es corta y en general bastante contundente, empieza presentando a distintos "cazadores de tornados", algunos muy profesionales, que trabajan vendiendo el material que registran a la TV, otros amateurs, incluyendo unos tontos kamikazes que andan persiguiendo ciclones tomando cerveza mientras escuchan rock en sus camionetas pintarrajeadas.
Por supuesto, una vez que está más o menos claro por dónde va pasar arrasando con todo un gigantesco tornado, todos estos personajes a la fuerza terminan coincidiendo, lo que de algún modo justifica el lento arranque con demasiados de ellos hablando a cámara. Justamente la multiplicidad de cámaras en manos de los protagonistas, algo que se podría volver en contra dada la obsesion de agunos cineastas en armar películas completas con planos movedizos, aquí se vuelve un recurso realmente eficaz, ya que cuando las cosas empiezan a volar por los aires, muchas veces las imágenes más impresionantes surgen de estas cámaras que quedan tiradas por todos lados. Incluyendo, por supuesto, el lugar exacto por donde pasará el arrollador vórtice del tornado.
Si en "Twitter" uno de los planos más memorables era el de una vaca volando, aquí vuela de todo. Quizá el momento que hace que la película merezca verse es cuando el tornado pasa por un aeropuerto, provocando una aterradora visión de aviones Boeing volando... sin pilotos ni motores encendidos.
El director Steven Quale viene del cine de terror (estuvo a cargo de "Destino final 5") y utiliza muy bien el montaje y los efectos de sonido para que el espectador salte de su butaca cuando un árbol aparece atravesando una ventana, o dos autos chocan en el aire, cosas que pasan de manera totalmente imprevista, y con una gran generosidad, logrando que durante una hora entera de proyección el asunto nunca pierda su temible intensidad.
Por el lado de los conflictos dramáticos, si bien son bastante elementales, están bien metidos dentro de las escenas impactantes que son lo que aquí justifica plenamente el precio de la entrada.