Vientos muy arremolinados
Si le gustan las películas catástrofe, En el tornado vale el precio de la entrada sólo por los efectos especiales que, combinados con su sonido envolvente, despeinan a cualquiera. Ahora bien, después de estas merecidas loas a dos aspectos técnicos fundamentales, pondremos en la otra vereda a los guionistas del filme. John Swetnam y Simon Beaufoy, despreocupados por inventar una narrativa a la altura de la tragedia, caen en el folletín barato, escenas intencionalmente bizarras y la más absoluta previsibilidad. Un paupérrimo costado humano para este "fenómeno natural", una sucesión de tornados trágicos que azotan el pequeño pueblo de Silverton.
Encima, la historia que aquí nos cuenta Steven Quale (Destino final 5) remite inevitablemente a Twister, la película con Helen Hunt y Bill Paxton. ¿Hace falta decir cuál gana? ¿Podría haber hecho Quale algo mejor con esta historia? Poco probable, el libro es abrumadoramente inverosímil, tal vez de manera intencional.
En este cruce de historias con la gran tormenta, por supuesto están los cazatornados, la versión profesional de ellos, con grandes equipos, cámaras y un líder deshumanizado (Matt Walsh) por su obsesión de filmar la tormenta enfrentado con la meteoróloga del grupo (Sarah Wayne Callies). También están los inconscientes pueblerinos de siempre que sueñan con ser estrellas de YouTube y graban con teléfonos celulares mientras se clavan una birra tras otra. Y la historia principal, la de la familia desencontrada en plena catástrofe. Con la levedad del caso, las actuaciones salen airosas.
Todo lo malo ha sido dicho en las líneas anteriores. No hay una historia humana a la altura de esta catástrofe, pero aún así la película es entretenida. Una clásica oferta pochoclera de ésas que hay que ver en el cine. Hasta es posible rescatar cierto humor en la obviedad de algunas salidas. El tornado está bien mostrado y, de tan impactante, lo demás tal vez no importe. La catástrofe es totalmente verosímil.