Hace tres años Steven Quale, el protegido de James Cameron, se daba el lujo de separarse del mentor y darle de lleno a la ficción con la entretenida y significante Final Destination 5, una de las mejores de la saga. Su siguiente trabajo, Into the Storm, bien podría considerarse una secuela espiritual a la noventosa Twister, que no está a la altura de las circunstancias pero que se puede considerar un ameno y turbulento entretenimiento pasatista.
Ayudándose del incansable método del metraje encontrado pero dejando sus mejores escenas para una filmación convencional, la película sigue a un grupo de meteorólogos en busca de la toma más lograda de estos impredecibles y violentos fenómenos naturales. Como siempre tiene que haber un núcleo familiar que signifique peligro inminente y un punto de atención para el espectador, el vicedirector viudo de la escuela secundaria local y sus dos hijos adolescentes harán las veces de protagonistas. El guión de John Swetnam mucho no ayuda a generar empatía por personajes tan estereotipados y unidimensionales, así que el curso de la hora y media de corridas y escapes están cimentados en estúpidas decisiones. Por supuesto, uno no espera grandes historias en películas de cine catástrofe, pero si Titanic alguna ve lo logró, ¿por qué no esperar algo en la misma línea? Se puede decir al menos que el elenco ayuda a crear un vínculo, en particular los protagónicos de Richard Armitage -el amado Thorin en The Hobbit- y Sarah Wayne Callies -la bastardeada Lori de The Walking Dead- mientras que el secundario de Matt Walsh -un comediante que ahora descolla en Veep- alivia un poco el ambiente con su inescrupuloso pero en el fondo querible Pete. Los jóvenes, bien gracias, apenas si logran aportar algo dentro de su acartonamiento actoral.
Lo que hace que Into the Storm valga la pena verla en una sala de cine son sus efectos especiales. El punto fuerte de la dirección de Quale, el film bien podría ser un carrete de presentación de un estudio de FX, ya que el hilo conductor narrativo sirve para poner en pantalla la destrucción total que genera la Madre Naturaleza. Como una nueva generación necesita aún más caos y escombros, ahora hay varios tornados ocurriendo al mismo tiempo, uno que se enciende fuego y otro tan gigante que su vórtice parece tan ancho como un estadio de fútbol. En aspectos técnicos es donde sobresale esta propuesta, por lo que bien vale el precio de la entrada. El dato loco es que teniendo tanto potencial para el uso del 3D, esta vez la producción dejó de lado el formato en pos de uno convencional. No nos quejamos, pero si una película podría haberle sacado provecho del formato era ésta.