La tormenta imperfecta
Uno de los mayores logros de En el tornado (Into the Storm, 2014), de Steven Quale, es el poder reproducir (o al menos intentarlo en el imaginario) a la perfección la vorágine y desesperación de estar dentro de una tormenta que no da tregua y castiga a todos por igual. Pero con el antecedente de Twister (1996) aún fresco, esta película sólo atraerá a aquellos que nunca han visto un film catástrofe en pantalla grande.
Hay una historia que se cuenta en la que varios personajes van desnudando sus miserias frente a cámara (de hecho hay un pedido expreso de hablar frente al lente para generar mensajes que serán abiertos 25 años después), pero el protagonismo absoluto y la razón de ser del film está en esa tormenta que avanza y arrasa sin importar quien o quienes están ante ella.
Un grupo de especialistas (encabezado por Sarah Wayne Callies) intentaran darle un marco de "veracidad" y verosimilitud a la situación. Otro grupo de "caza tormentas" (con el liderazgo de Jon Reep) que a la par del grupo anterior, pero sin su rigurosidad y profesionalismo, por diversión, se acercará demasiado al fenómeno. También habrá dos hermanos (Nathan Kress y Max Deacon), que intentarán mantenerse cerca de su padre (Richard Armitage), el vice director de la secundaria, aun sabiendo que éste tiene preferencias por uno de ellos, pero que luego deberá asistir a ambos y a la joven que uno de ellos pretende conquistar (Alycia Debnam Carey).
Buscar la tormenta para encontrarse con uno mismo, ser honesto con los sueños y anhelos, descubrir el amor, saber que trabajando en equipo los objetivos llegan se alcanzan más rápido, son solo algunos de los tópicos que se van desplegando en el discurso.
La elección de la cámara en mano, con la excusa inicial y la utilización de esto como una suerte de bitácora, modernizan en cierta medida la narración sobre un género que supo tener en otras épocas una gran producción y repercusión en el público.
En el tornado posee impactantes efectos visuales y sonoros, que logran transmitir la urgencia y furia de una tormenta que no da tregua, y el director explota esto porque sabe que es justamente lo más rico y entretenido de la película.
Pensada como un espectáculo sin más que la exhibición de ruinas, el film no levanta vuelo porque sabe que ofreciendo lo justo y necesario cumple con su cometido. Además recae en una serie de moralejas hacia el final que sólo retraen aún más su posible renovación del género.