El regreso de Robert De Niro a la comedia
Un elenco de grandes figuras se suma a esta adaptación cinematográfica de Tim Hill de la exitosa novela de Robert Kimmel Smith, donde se analiza el vínculo entre abuelos y nietos desde una óptica completamente diferente.
El mundo de Peter (Oakles Fegley) se desmorona cuando su madre (Uma Thurman) le comunica que su abuelo (Robert De Niro) irá a vivir con ellos, y a pesar del cariño que le tiene, y de la buena relación que poseen, drásticamente esto cambiará al enterarse que su cuarto será ahora el del hombre de tercera edad.
Así, con esa simple premisa, y con la sentencia de guerra que Peter le hace a su abuelo para recuperar su habitación, En guerra con mi abuelo (The War with Grandpa, 2020), propone un sinfín de lugares comunes, pero necesarios, para relatar la clásica historia de rivales, los que, en este caso, tendrán el mismo techo como escenario de contienda.
El humor depositado en cada escena, posibilita el avance en la historia, la que, indefectiblemente, necesita del histrionismo de De Niro en plan salvaje, para potenciar la narración, la que, gracias al gag y el slaptick, funciona como comedia familiar con mensaje, aún derrapando en algunas decisiones de las humoradas que se hacen el uno al otro.
Sin llegar al salvajismo que demostró en Mi abuelo es un peligro (Dirty Grandpa, 2016), donde hacía la vida imposible a su nieto, encarnado por Zac Efron, aquí, al tratarse de una comedia familiar, ese tono más desprejuiciado y políticamente incorrecto se disuelve en chistes blancos e ingenuos.
Pero En guerra con mi abuelo no se queda sólo con este relato, ofrece a sus personajes más propósitos, los que, por ejemplo, en la recuperación de vínculos para el personaje de De Niro, suman la fuerza necesaria para que el relato avance. Así, éste es visitado en el encuentro con Jerry, encarnado por Christopher Walken, o en la aparición de Cheech Marin, recuperado para la ocasión, donde la nostalgia por verlos nuevamente juntos en pantalla grande, supera cualquier desacierto de guion.
Además, escapa a la clásica construcción del abuelo recientemente viudo, agregándole la posibilidad de conocer a una bella dama (Jane Seymour) que lo hará rememorar sus épocas de picaflor, condimentando los días de lucha con su nieto, con la añoranza de una nueva vida posible para sí mismo.
Si bien su estructura es predecible, la buena energía que se percibe en cada una de las escenas, y la importancia con la que además de este análisis de vínculos, se toma para reflejar la violencia dentro de las escuelas, En guerra con mi abuelo, gana la pulseada entre lo obvio y el apostar por lo seguro, en una propuesta que no se toma en serio sus premisas y desde allí afianza su fuerza e impulso narrativo como mero entretenimiento.