Que a François Ozon es un tipo al que le gustan los juegos es algo que ha quedado sobradamente demostrado a lo largo de su desigual filmografía. Tanto si se trata de experimentar hasta desdibujarlas con las fronteras de los géneros como de desconcertar al espectador con diversos juegos de espejos, Ozon es uno de esos directores que se complace en jugar al despiste: tan pronto ves una obra suya que te parece una maravilla como te resulta absolutamente indiferente e impropia de un tipo de su talento la siguiente. Como si estuvieran hechas por tipos diferentes o por un esquizofrénico brillante que a ratos se olvidara de tomar su medicación.
Por suerte para todos, en San Sebastián nos ha tocado disfrutar del mejor Ozon que hemos tenido en años y acaso el mejor de toda su filmografía. Dans La Maison es una obra brillante que aprovecha con muchísima habilidad un punto de partida no especialmente novedoso: un profesor de literatura descubre entre la pandilla de lerdos adolescentes incapaces de escribir dos frases seguidas inteligibles – al parecer en los institutos de Francia también abundan en estos especímenes y no solo en los nuestros – a un joven singular capaz, con la sola fuerza de sus palabras, de construir una narración absorbente y altamente adictiva...