Aberraciones del sistema
Germain (Fabrice Luchini) es un profesor de escuela secundaria (sólo para varones) en la cátedra de francés. Hombre de mediana edad, está casado con Jeanne (Kristin Scott Thomas), una mujer que regentea una galería de arte. No tienen hijos y viven bastante cómodamente instalados en la aparente tranquilidad de la clase media ilustrada francesa. Casi se diría que se aburren bastante, pero es la vida que eligieron.
Sin embargo, Germain muestra algunos indicios de malestar, algo así como una comezón difusa, incipiente, y un aire de ausencia. En tanto que Jeanne se queja de la falta de éxito de su galería, lo que empieza a generarle el temor a perder su trabajo.
En estas circunstancias, Germain se ve sorprendido por uno de sus alumnos, Claude (Ernst Umhauer). Entre los ejercicios que el profesor ordena a su clase, está el de escribir narraciones breves sobre algún tema de su interés. Cansado de corregir textos elementales y generalmente mal escritos, de pronto descubre algo interesante en la redacción de Claude. Acostumbrado a compartir casi todo con Jeanne, Germain le hace leer el escrito a ella y el caso se convierte en motivo de interés y conversación entre los esposos.
Pero el detalle inquietante es que Claude relata su experiencia como invitado en la casa de un compañero de curso, a quien está ayudando en matemática. El compañerito se llama Rafa y vive con su papá, Rafa padre (Denis Ménochet), y su mamá Esther (Emmanuelle Seigner), en una casa de dos plantas y con jardín.
Según el punto de vista de Claude, es una familia de clase media normal, y es precisamente eso lo que lo atrae, puesto que él viene de un hogar disfuncional: su madre lo abandonó cuando tenía nueve años y su padre es un hombre lisiado y desempleado que depende de la atención de su único hijo.
“En la casa” (“Dans la maison”), la película dirigida por François Ozon, está basada en una obra teatral del español Juan Mayorga, guión que ofrece una complejidad semántica cuyas posibles interpretaciones se van superponiendo unas con otras, envolviendo al espectador en una trama abundante en sutilezas y no carente de suspenso.
Germain, escritor frustrado y profesor desencantado con sus alumnos, descubre en Claude una chispa de talento por lo cual considera que merece una atención especial de su parte. El caso es que le pide que continúe con su historia, enfocada en la familia de Rafa, aun cuando advierte que se están metiendo en un terreno peligroso, porque se trata de ventilar la intimidad de otro alumno del colegio. Pero el riesgo parece fascinarlos a los dos y Claude se dedica a narrar un relato por entregas, con revelaciones cada vez más audaces, estimulado por su profesor, quien también se ve comprometido en situaciones peligrosas, al transgredir algunas de las reglas del establecimiento.
La trama va enredando con sagacidad y originalidad una relación profesor-alumno caracterizada por la perversión, relación que finalmente no consigue mantenerse dentro de los límites de la prudencia y empieza a contaminar todo el entorno, hasta que al final, la bomba estallará y la inusual experiencia no quedará impune para ninguno de los dos.
“En la casa” es una película tan inteligente como inquietante, estructurada en torno de un eje fundamental que es la necesidad, que se vuelve excluyente, de alimentar cotidianamente una ficción que llene el vacío de una vida real desmotivada, aburrida y decepcionante. Ese es el punto en el que confluyen dos personalidades fronterizas y en el que congenian, aunque es también lo que termina por acentuar su desajuste con el resto del mundo.
“Cada uno puede hacer su propia película -dice Ozon sobre su obra. Intenté instaurar un dispositivo y una forma muy intrincada de contar la historia. Y sobre todo, mostrar cómo maestro y alumno se necesitan mutuamente para poder vivir, porque ninguno de ellos está adaptado a la realidad”. Y agrega que el film “descubre al espectador su soberanía frente a un cine que generalmente lo trata como un mero consumidor. El espectador sale de ver esta película con muchas preguntas y hambre de respuestas, pero es él mismo quien debe responderlas”.