Lo más importante de cualquier historia, aquello que hace que conmueva al público, que persista en la memoria de la audiencia y se destaque en la crítica, aquello que cuando emerge no puede ser negado es la autenticidad. Con En la cuerda floja (The Walk) tenemos justamente eso. Una película que nos conquista desde una lugar muy delicado, recordándonos que en algún momento de nuestras vidas realmente creímos en ese idealismo romántico de pensar que el mundo es lugar hermoso y el arte es parte de la vida.