Shyamalan por partes, crítica a ‘Fragmentado’ de M. Night Shyamalan No son grandes obras las que definen a los maestros. Entiendo que sabemos mucho más de un director como Shyamalan cuando lo vemos sudar. No fue sino hasta los fracasos de The Happening y After Earth que el vanagloriado artista se encontró ante sus límites. Límites que poco tienen que ver con el despliegue de su talento, por el contrario, es en razón de una fama inevitable y merecida, de una expertice inconfundible y una puntería certera que la obra del director deviene encorsetada, asfixiada e insuficiente. Son los laureles los que pesan y derriban el techo del ego sobre el prestigio para ahogarlo entre los escombros. Es así, pues, porque el talento define una praxis, un hacer idéntico así mismo, una reproducción sublime de lo mismo. O acaso, ¿no espera el lector de Shakespeare lo sublime, el lector de Martin la osadía, el de King la imaginación desata, el de Borges el temblor de la sangre? El espectador y el crítico, binomio permeable y alterado, son ofendidos justamente cuando el estilo de un artista no corresponde a sí mismo, cuando las experiencias propuestas no pueden ser medidas con las varas de la retrospectiva. Busco desprenderme de estas demandas, y aproximarme al pasado por placer o análisis, y no por los pasajes de la melancolía, que siempre encuentra excusas para recordar el viejo axioma de la edad de oro. Esta declaración de principios, defensa de mí mismo, se vuelve fundamental cuando consideramos que Fragmentado es una obra que no solo reflexiona sobre elevación de la mente y la locura, sino también sobre las tendencias del cine y la hyperautoreferencialidad que está afectando irreversiblemente el arte cinematográfico. ¿Cómo podemos criticar una obra cuando sus sentidos se configuran tanto en lo anterior como en lo que vendrá? Shyamalan es un gran maestro, trabaja sobre el movimiento y el tiempo como los mejores narradores de Hollywood, como los tantos Spielbergs y los tantos Allens, y los tantos Fintchs, y los tantos directores coreanos que nos tensionan la médula con sus historias. Su estilo se basa en la picardía narrativa; esconde, omite y luego revoluciona las bases que se habían establecido como universo diegétivo y verosímil del film. Nos conduce a ese lugar donde todo es posible siempre y cuando ciertas pistas puedan regresar hacia el final como parte de un silogismo lógico. Propone cierta operación intuitiva dirigida a la sorpresa y al artificio. En Fragmentado todo esto está presente en su naturalidad universal, la cual da garantías y termina por justificar el razonamiento imposible. Como suele suceder, una película no es solo una obra de arte, es también una serie de fragmentos artísticos. La actuación de James McAvoy es histriònica y convincente, se disfruta tanto en la sutileza como en la grandilocuencia. El desafío de interpretar a varios personajes, las personalidades de Kevin, es aceptado y superado con gracia y predisposición. Acertadamente podemos escuchar que la interpretación de este protagonista-antagonista-ayudante-opositor es la diva definitiva y poco tendríamos para argumentar en contra. Los microgestos, la versatilidad, la velocidad de la transformaciones, “etcétera”, son una constante fuente de placer y asombro. Del resto de la película, podemos decir que es un thriller que deviene ciencia ficción, y que la única distancia que percibimos como espectadores se hallaba en la artificialidad insípida del giro final que emociona por las razones equivocadas.
Amigos de los mutantes, sí claro. Crítica a ‘X-Men: Apocalipsis’ 28/05/2016 Alejandro Páez 0 Comentarios Michael Fassbender, X-Men, James McAvoyEditar Una nueva entrega de la franquicia de los amistosos mutantes de San Francisco. Esta vez, un dictador ancestral egipcio regresa para amenazar la vida humana tal y como la conocemos. Para los fanáticos de películas de superhéroes, aquellos quienes inevitablemente verán esta película, con todas las reservas que puedan tener hacia el director, ninguna advertencia vale, podría escribir de cien formas lo terrible de trillada y absurda que esta película, podría poner en evidencia la fórmula narrativa utilizada una y otra vez desde que Singer se apropiara de los personajes en los albores del nuevo milenio; no importa lo que diga, sé que verán la película. Lo harán como yo lo hice, como preso de una atracción insoslayable. Para empezar, siempre hay pequeños méritos aislados. El personaje de Apocalipsis, pese al ridículo diseño de su atuendo, sorprendió por la actuación de Oscar Isaac, sin llegar a constituirse como un personaje trascendente pudo lograr cierta compasión y templanza, finalmente todo cae por la ligereza de la pirámide de cartas narrativa. Otro personaje que atrapa es Peter Maximoff, pero lamentablemente lo hace con aquello que ya hemos visto en el film anterior (Días del futuro pasado), es decir, escenas en slow-motion dónde podemos apreciar el absurdo retrato de la vida cotidiana. La habilidad de Peter le permite al director jugar con el esperpento visual de maneras que se disfrutan mucho que aportan demasiado poco. El problema del film es una obviedad que Singer aún no puede ver. Cuando fue el turno de Matthew Vaughn en X-Men: Primera generación el marcó el camino, se centró en el significado más importante de este grupo de mutantes que se enfrentan a terribles villanos, pero principalmente a un mundo que les teme por algo que los jóvenes han tenido siempre: rebeldía. Los X-Men son ese grupo de chicos marginados sin futuro excluidos de la sociedad constantemente en conflicto con entidades de control que buscan transformarlos en masas tecnocrisadas y obedientes. Apocalipsis no es más que el juego tendencioso de los poderes como espectáculo circense y no como conflicto interior de cambio y transformación de la vida adolescente a la adulta. El villano recuerda un sistema obsoleto, es casi anecdótico mientras la película sucede, se presenta con esta fuerza imposible que anticipa con demasiado simpleza e ingenuidad el final. ¡Sí! Deténganse a pensar un momento y sabrán de lo que estoy hablando. Por último, un tip que puede ayudar a disfrutar el film, no traten de indagar mucho más profundo que el CGI porque no hay nada.
Fanatismo Vs Fascismo. Crítica a ‘Capitán América: Guerra civil’ Ese es el problema con la ideología, es demasiado sexy. O genial, o canchera, o la magnitud que les sirva para medir algo que les encanta. La propuesta de la película era elegir un bando, o nos sumamos a la estúpida y sensual regulación fascista de Robert Downey AKA Iron-Man o al liberalismo fanático del Capitán América. La trampa no está en elegir, ninguna de las posturas es realmente profunda y lo más importante es quien golpea más fuerte. Sí elijo al Capi es porque me opongo al imperialismo corporativo burgués de Tony, quien está del lado de los poderosos. El pobre diablo que lucha en contra de las fuerzas hegemónicas es mi héroe, pero no porque su causa sea más justa, no, sino porque es el que pelea más salvajemente, el que recibe el golpe y permanece. Las facciones en conflicto en la película, se conforman para dar cuenta de las diferencias, como un ejercicio de expiación. El villano es invisible, no existe, es el mismo fantasma de las consecuencias. La trama recuerda demasiado a Iron-man 2, en todo caso, puede pensarse como ejecución excelsa de esa historia insuficiente. ¿Cuál es el verdadero demonio de los vigilantes? No son los villanos, sino las víctimas, aquellas que nunca pudieron ser salvadas, y que cuando la batalla por la “liberación del mal” sucede deben escarbar por los cuerpos y cavar las tumbas. Los Avengers se elevaron como la fuerza policial mundial contra el alien, el ajeno, el enemigo. ¿Pero qué sucede con el soldado cuando se acaba la guerra? Pues, sencillo, inventa una. Esto es Civil War, mirar en el otro lo que uno mismo es. Capitán América Vs Iron-Man, héroe Vs héroe, hermano Vs hermano. No es diferente de la historia de Thor y Loki, la cual reproduce la vieja fórmula freudiana del hermano-enemigo, siendo la causa de la pelea el trauma eterno del edipo, esto es: establecerse como figura de autoridad para tener los favores de aquellos que le dieron origen. Pero como dijimos al comenzar la crítica la ideología se come de a cucharones, gozo de este drama, mi apuesta va en razón de la emoción y la violencia y no realmente en lo que esta significa. Se disfruta mucho la aparición de Spider-man, Holland es quizás la mejor interpretación que vi de la araña en el cine. Pantera Negra también es un personaje a destacar, una cuota justa de solemnidad y honor. Zemo, también resulta en una participación acotado pero justa, como la puñalada. La debilidad está en el origen de la disputa, la irracionalidad de las posiciones nubla el desarrollo coherente de la trama. Las capacidades intelectuales están anuladas, todo se resume a quien golpea más fuerte. Y no es que tenga un inconveniente con ello, solo que al final me sentí incompleto. Pero en medio de la artificialidad de la historia hay destello de un realismo efímero y memorable. La escena (la cual se encuentra también en el trailer) dónde Iron-Man detiene el disparo de Bucky Barnes resalta en medio del combate como algo auténtico. Tony se sorprende de la realidad del arma que representa un peligro verdadero, no es el monstruo ni el robot ni el dios lo que produce esta reacción, sino la vulgaridad del disparo. Destellos como este surgen, casi como accidente, en un film que nunca pudo estar a la altura de las expectativas, las cuales siempre son sublimes.
Un film de acción tan poético que hasta resulta arriesgado. El director, Zack Snyder, conocido ya por la decepcionante Man of Steel y Sucker Punch, apenas redimido por una concisa y respetuosa Watchmen, intenta una vez más con una película de superhéroes y falla estrepitosamente, no por falta experiencia, sino por una visión constipada, una constante negación de la historia y una directiva que le sentó inmensa: crear un universo de superhéroes. Batman V Superman es una serie de escenas que desarrollan un paralelismo intelectual y poético entre estos dos personajes. En ese sentido, no se permite desarrollar la integridad de cada historia, en vez de ahondar en las profundidades del personaje, el director regresa a los lugares comunes. Es por esto que la narrativa defrauda y se traiciona a sí misma. Las motivaciones son inconsistentes ¿Por qué Batman está decidido a matar? ¿Por qué Superman se somete a situaciones de desventaja cuando es fácil para el evitarlas? Es bastante molesto, que cuestiones simples como la distancia no existan, los personajes no se rigen por el espacio y tiempo, están siempre disponibles para desarrollar una escena dramática pese a que la lógica indica que están lejos o en lugares de acceso restringido.
Extrañaba no saber cosas contigo. Crítica a ‘Zoolander 2’ 15 años pasaron desde la primera aventura de Derek Zoolander y Hansel, y hoy como entonces, poco ha cambiado. Derek, quien por fin había entendido el poder de su mirada lo pierde todo y queda ridiculizado ante los medios, por lo cual decide exiliarse en una cabaña en la montaña, lejos de las cámaras y la opinión pública. Pero una trama de intrigas y venganza lo obliga a subirse de nuevo a la pasarela, a reencontrarse con su antiguo aliado Hansel y a su archienemigo Mugatu. Lo que caracteriza a Zoolander 2 y a su predecesora es la gran cantidad de cameos que posee el film. Estos tienen una función meta que por la misma farsa pasa desapercibida, es decir, los actores se interpretan a sí mismos. Claro que no buscan realizar un retrato verídico, por lo contrario, se basan en los mitos generados en los medios. Es interesante pensar el film desde ese lugar, puesto que se descubre un universo muy vasto de creencias y supersticiones ligado al mundo del espectáculo. Es interesante ver cómo las celebridades asumen sus versiones ridículas. El efecto de este encuentro entre la ficción, la realidad, y el mito resulta un sabor negligente puesto que entorpece toda idea noble que pueda construirse en el film. Al final, la película se erige como un todo vacío, como mero entretenimiento, no pretende sanear ningún sentimiento de realización o profundizar sobre alguna idea elevada como el amor, la paternidad o la amistad. Esto termina por traicionar al film, puesto que cuando el chiste o la referencia falla, el espectador no obtiene absolutamente nada. No es sencillo empatizar con un protagonista estúpido, por lo que esa conección queda descartada. Por supuesto, que hay cierta especularización crítica de las tendencias culturales mundiales, lo cual propone sin desearlo demasiado una reflexión sobre los valores de felicidad, arte y belleza con los cuales se administra la sociedad. Pero al no haber una catarsis sobre esto, es decir un personaje que lo advierta o una situación que lo descubra, la carga del problema se invisibiliza más de lo que ya estaba. Pero Zoolander 2 es divertida, supongo que a veces eso puede ser suficiente.
Introducción al catecismo La historia real de un grupo de periodistas del Boston Globe que desenmascaran la trágica realidad del abuso de menores por curas y el encubrimiento de la iglesia católica, reafirma la vocación ética del cine en asuntos sociales, al iluminar un mundo donde las personas se han acostumbrado a moverse entre las sombras. En primer plana regresa la atención a los medios de comunicación y plantea las viejas inquietudes morales sobre qué es lo que se debe mostrar, qué utilidad tiene, a quién perjudica y a quién salva. El énfasis está, por supuesto, en las omisiones. Los personajes no pueden evitar recriminarse por qué no vieron todo esto, los abusos y el encubrimiento, antes teniendo la información siempre a disposición. La sociedad, como siempre, se salva por ser una masa traumada. No se le demanda nada al ciudadano puesto que este es quien ha sufrido los abusos, es para el que todo el trabajo de investigación tiene sentido. El film se centra casi con exclusividad en el periodistas, no muestra demasiado de las víctimas ni de los agresores. Esta focalización en los personajes provoca que tanto la labor heróica como la responsabilidad, la culpa, recaiga sobre ellos. El defecto de esta agenda narrativa es la reducción de las pasiones a la búsqueda de la verdad en abstracto, como si esta fuera algo sólido y definido. No da cuenta de las ambigüedades y conflictos que le son inherentes. Es interesante la presentación del problema de los abusos de curas a niños en tanto es presentado como un fenómeno institucional sobre el cual se puede hacer estimaciones estadísticas. Esto le da tal repercusión al hecho que obliga al espectador a observar las instituciones de su entorno. Definitivamente, esto se inscribe entre los méritos del film. Aun así, En primer plana es un film emotivo y atrapante, que nos brinda un corto paseo por las instituciones y como estas manipulan la información de una forma tan humana que coaccionan los sentimientos de las víctimas y sus relaciones para que olviden, perdonen y sigan con sus vidas. Boston es representada como una ciudad vigilada donde el acceso a la información es restringido, donde lo macabro es permitido y reprimido y, tristemente, conocido por todos. Puntaje: 8
Interpretación y perplejidades. Crítica a ‘Anomalisa’ Otra vez, las relaciones humanas son vínculos metafísicos y no simples organizaciones del azar, otra vez, Charlie Kaufman, nos propone una una visión profunda e incómoda de una experiencia única que se siente muy familiar a pesar de la ruptura realista de la marioneta, o es tal vez, por la marioneta que siento el mundo de Anomalisa muy cercano al mío. Michael Stone padece una condición psicológica bastante macabra que vuelve homogéneo todo su alrededor, nadie es especial, por el contrario, son parte de una torcida monotonía que lo oprime en una desesperación laberíntica, es una náufrago en una ciudad sin más habitantes que un otro. Un otro, que es muchos y al mismo tiempo uno solo, uno que no seduce, uno que es castrador y posesivo, está obsesionado, y esa obsesión es la base misma de la sociedad, es una normalidad abyecta. La anomalía es una mujer, una sola, Lisa, Anomalisa, no hay más distracciones que ella. Emerge, como la salvación y el futuro, pero su efecto reconfortante se evapora velozmente, puesto que el mismo protagonista, Michael, es también un sujeto perverso y enfermizo con sus propias obsesiones. Michael posee este síndrome posmoderno, la angustia de sentir que no se está viviendo como debería, se aferra por ello a pequeñas anomalías, singularidades insignificantes como Lisa, puesto que estas lo anclan al presente y le permiten vivir el ahora, now. Las voces, como emanación, son un estímulo cargado de sentido en este film. Es a través de la voz como inyección psicológica que las personas se encuentran en su forma más verdadera e inmediata. Es por eso que el canto se eleva como la forma más sublime de la experiencia, para luego resignificar un signo viejo que parecía estropeado. La música, regresa de nuevo, para mostrarnos cómo las fantasías se concretan de manera rudimentaria. La propuesta estética, la animación, aporta un sesgo y un ritmo cortado que empapa de incomodidad el movimiento de los cuerpos. El realismo, es extremo por momentos, pero rápidamente lo corta con la evidencia de la técnica, y el saber, consciente y subconsciente, de los personajes que se saben máquinas, marionetas programadas por agentes externos que definen sus destinos, siendo esto al mismo tiempo lo que se siente tan real en la película. A Anomalisa le falta escala, le falta ambición, no en la búsqueda interior ni en el concepto, sino en el tiempo. Las escenas constantemente demandan más longitud, los personajes quieren explayarse, mostrarse mucho más. Todo se vive con mucha reserva, hay un algo que puede expresarse con más claridad y abundancia pero necesita tiempo. La conferencia que da Michael, es una respuesta a esto, una serie apresurada de aforismos que busca condensar todo aquello tiene ganas de decir pero no puede. Por último, el régimen del puntaje necesita notas y comentarios, no es tan sencillo ni justo valerse de tan pocos números, pero a fin de recomendar una obra funciona. Por eso, que una obra tenga 10 ni significa que sea perfecta, sino que es altamente recomendada, es el interés del crítico transmitir que la película tiene valor y de alguna manera es esencial para el entendimiento de la mundano y de lo trascendente.
La venganza como experiencia visual. Crítica a ‘Revenant: El renacido’ Revenant: el renacido, el último film de Iñárritu protagonizado por Leonardo Di Caprio y Tom Hardy, en una dupla que recuerda demasiado a la de Liam Neeson y Pierce Brosnan en Perseguidos por el pasado (Seraphim Falls), donde uno caza al otro en busca de venganza a través de una norteamérica salvaje. Pero esta referencia, un tanto tendenciosa, no socava los méritos y logros sobre los cuales se erige este film, los cuales se asientan tanto en la oscilación narrativa como en la sublimidad estética experimentada. Revenant es uno de esos escasos film donde cada escena ilustra la capacidad conceptual y artística de un maestro, por lo cual lo escrito siempre tiene gusto a poco y lo destacado parece del todo arbitrario. Aún así, nos proponemos la humilde tarea de analizar de esa tsunami barroco cinematográfico aquello que más ha perdurado en la memoria. En el primer acto se plantea el estilo, una toma secuencia acelerado y estrepitosa que pasa que pasa del cuadro de la batalla al microuniverso de la muerte en un santiamén y sin ningún pudor ante la necesidad reflexiva suscitada. Tanto hemos visto arqueros en el cine últimamente, (Hawkeye, Katniss, Legolas) pero nunca nadie mostró el instrumento en todo su mortalidad. En este film, se siente el impacto, la carne abriéndose paso ante la punta de acero o piedra, provocando ese sonido húmedo y gutural que emite la sangre y las tripas. La violencia se presenta en este escenario primitivo como una fuerza de la naturaleza, sorpresivo como el rayo, pero probable como la lluvia. Tom Hardy interpreta a John Fitzgerald, una suerte de muerto viviente hambriento de riquezas, riquezas que no son más que un puñado de dólares manchados de sangre y una pieles podridas. Con Fitzgerald no se trata en sí del tesoro, se trata de la sed, del hambre, puesto que lo único que lo mantiene caminando. El mismo expresa la filosofía de infeliz, del ser insignificante, cuando dice “Yo no tengo vida, todo esto es solo para llevar comida a mi boca” (paráfrasis). Hardy vuelve a interpretar en este film a uno de esos personajes que funcionan como agentes de la violencia, no solo al producirla, sino al provocarla en los demás, a obligarlos a valerse de este, a justificarla. Será la sabiduría de aquellos más cercanos a lo espiritual que mostrarán un camino distinto y consagrarán a Fitzgerald como la expresión humana de lo terrenal. La naturaleza no es un lugar amigable, por el contrario es hostil y temible. El ataque del oso a Hugh Glass interpretado por Leonardo di Caprio, es una escena terrible que recuerda la violación a Monica Bellucci en el film Irreversible, un hecho que es tratado con precaución en toda su consumación, como si fuese parte de una liturgia o un ritual. Pero no solo los animales se congregan como la manifestación del poder de la naturaleza, el cielo también expresa el interior de los personajes. Varias veces durante el film los personajes levantan la vista para encontrarse con un reflejo metonímico de su destino, esto es una suerte de metáfora o visión de lo que vendrá. Son de conocimiento público las condiciones en las que se realizó este film. Leonardo diCaprio encarna a la perfección ese proceso. Su cuerpo se ve todo el tiempo maltratado por la intemperie, envejecido por la incesante lucha por mantenerse cuerdo, solo impulsado por una venganza necesaria que termina nunca de estar en su control. Aún así, el film se traiciona por momentos, se pierde en una serie ensoñaciones místicas que no terminan de ser ni delirio ni una experiencia chamánica. Revenant es una experiencia cinematográfica elevada que debe apreciarse con delicadeza y compromiso. Aquel que no pueda desprenderse de falsas expectativas no encontrará nada más que un retrato tedioso y eterno de la patética vida de un hombre dado por muerto. Puntaje: 9
La ética del psicópata. Crítica a ‘En la mente del asesino’ Si el cine del siglo XXI puede ser reducido a una serie de mash ups de películas que ya hemos visto anteriormente, En la mente del asesino es el perfecto encuentro entre El silencio de los inocentes y El vidente, con impetuosas pretensiones de Hannibal la serie. En este film Anthony Hopkins interpreta a un colaborador del FBI retirado (John Clancy) quien posee el don de ver en el futuro. Pero rápidamente la capacidad especial de Clancy se vuelve una maldición cuando un asesino serial con el mismo don lo expone a las implicancias éticas que conlleva tener el poder de ver el futuro de las personas. La película tiene virtudes y vicios, lamentablemente lo segundo eclipsa a lo primero y no nos permite disfrutar de los ingenios activos en el programa narrativo, me refiero por supuesto al giro argumental del tercer acto, donde los tiempos se desdibujan confundiendo el futuro con el presente. Entre los vicios podemos encontrar a un viejísimo Anthony Hopkins poco adecuado para el rol pero muy atractivo en función de un star system nostálgico. Hopkins tarda en meterse en el personaje desde lo físico, después de todo hay persecuciones y tiroteos, momentos de poca verosimilitud teniendo en cuenta la edad. Tampoco ayuda la joven agente pasivo agresiva machona con complejo de electra en busca de una figura paterna. La crítica no es sobre la funcionalidad efectiva del personaje sino que está basado en un modelo muy estropeado por el uso, demasiado Clarice Starling. Los diálogos son muy sentimentales, constantemente refuerzan las vínculos personales, pero es todo muy explícito, no se encuentra lo material de lo íntimo, que es el conflicto. En la mente del asesino es un thriller que entretiene, convence por las razones equivocadas y propone un giro argumental creativo y arriesgado, pero aún así tiene gusto a insuficiente. Puntaje: 7
Cuando era pequeño conocía cosas pequeñas. Crítica a ‘La habitación’ Me es imposible hablar de este film, como si fuese otro más, como si fuese simplemente una ficción, una buena ficción llena de metáforas encantadoras y conceptos profundos, porque aunque lo poético se encuentra en perfecto estado y lo narrativo sigue un perfecto orden, el universo emocional desatado me conduce a pensamientos sobre mi propia humanidad. La habitación es un film que entró hondo en mí y obstruyó los nervios produciendo en mi cuerpo una incomodidad absoluta. Pero se bien que mi cuerpo no es medida de nada que no sea mi propia existencia, por lo cual mis sentimientos hacia el film están profundamente viciados. Claro que puedo referirme a la construcción escenografía de un universo de cuatro paredes que se vuelve increíblemente vasto en la manos del artista. Puedo alabar las actuaciones, sobre todo la del niño, Jacob Tremblay, quien guía en el descenso a lo impensable. Puedo celebrar el coraje del realizador, Lenny Abrahamson, por animarse a comprender la terrible tragedia de los personajes. Todo eso puedo hacer y sin duda encontraré que La habitación es uno de esos films menores y esenciales para descubrir el lado oscuro de una humanidad traumada por los crímenes de la posmodernidad (esclavitud, holocausto, capitalismo, etc). Pero no sería honesto con la experiencia angustiante a la que me vi sometido. Pocos films retratan con tanta vileza el desprecio por la libertad. Me sentí cautivo de una obra terrible y necesaria. La sala de cine se convirtió en mi prisión, y viví allí tristezas, alivios, ganar de escapar y ganas de resistir, reflexiones, deleites, conección e insignificancia. A cierta distancia del hecho cinematográfico, me toca elegir y me quedo con todo. Puntaje: 9