La nueva película de Robert Zemeckis se vuelve interesante y entretenida recién a partir de sus segunda mitad, principalmente por su impresionante apartado visual y composición de planos, pero termina funcionando más como un sentido homenaje a las torres gemelas que por su historia.
Robert Zemeckis toma un hecho verídico ocurrido en 1974 -previo a la inauguración de las Torres gemelas y sobre el cual ya existe un documental llamado Man on Wire ganador de un premio Oscar en el 2008- y desarrolla una historia de ficción simple y sencilla, incluso sin conflictos potentes que justifiquen su extensa duración, pero haciendo un uso magistral del formato 3D transportando al espectador a la mismísima terraza de los famosos rascacielos, incluso provocando verdadero vértigo cuando Philippe Petit camina por La Cuerda Floja cruzando las Torres Gemelas.
En la cuerda floja tiene como protagonista a Philippe Petit -Joseph Gordon Levitt-, un artista callejero despreciado por su familia que un día descubre su verdadero sueño. Luego de conocer a la mujer de sus sueños y al que será su mejor amigo, se propone el desafío de cruzar con su cuerda las Torres Gemelas en Nueva York antes de su inauguración.
Las Torres Gemelas se vuelvan protagonistas casi desde el comienzo y la historia avanza rápidamente y sin conflictos que atrapen al espectador. Todo le sale demasiado bien a los personajes y a pesar de las solidas actuaciones no logran que enpaticemos con ellos.
El sello de Robert Zemeckis está en la impresionante composición de planos que logra en las alturas y como logra sacarle el máximo provecho posible al 3D, para colocar al espectador en las alturas y poder sentir de cerca la adrenalina que vivió Petit al lograr tal hazaña.
En la cuerda floja comienza a entretener pasada la mitad del relato y termina siendo un tributo y celebración a aquel icono estadounidense que conmociono al mundo. Pero también una de las pocas películas donde se justifica y vale la pena el 3D.