Robert Zemeckis sabe como contar buenas historias, y la de Philippe Petit no es la excepción. Acá, un relato “basado en hechos reales” se transforma en una fábula cargada de sueños por cumplir, vértigo y mucha nostalgia por una época que ya desapareció, al igual que las torres que son desafiadas.
En el año 2008 James Marsh plasmó la gran odisea del “artista de las alturas” Philippe Petit en el oscarizado (y muy recomendado) documental “Man on Wire”. Un documento que no sólo detalla la increíble hazaña del francés, sino su extravagante personalidad.
Petit es un “personaje” por dónde se lo mire, y quien mejor que Zemeckis para llevar a cabo esta tarea de conjugar las fantasías más exuberantes, con el drama y los riesgos de la realidad, tomando como punto de partida su propia autobiografía, “To Reach the Clouds”.
Acá no hay spoiler que valga, el equilibrista es responsable de perpetrar lo que se dio en llamar “el crimen artístico del siglo” pasado, o sea que el 7 de agosto de 1974 se atrevió a cruzar los 43 metros que separaban las Torres Gemelas del World Trade Center sin ningún cable de seguridad... ¡a 400 metros de altura!
Al igual que con los muchachos de “Everest” (2015), por ejemplo, uno podría indignarse o maravillarse fácilmente por la locura de este ser humano que no tiene reparos a la hora de arriesgar su vida en nombre de los sueños por cumplir o el hecho de desafiar todo tipo de leyes (acá aplican tanto las de la gravedad, como las de la ciudad de Nueva York, obviamente).
Por eso el director convierte la hazaña de Petit -interpretado por el genial Joseph Gordon-Levitt, en un papel que le calza como anillo al dedo- en una película de “atracos y golpes maestros” muy al estilo de “La Gran Estafa” (Ocean's Eleven, 2001), aunque con un objetivo muy diferente: plasmar su propia visión artística de los hechos.
Zemeckis nos plantea dos tipos de aventura: una primera parte más cercana a una fábula fantástica que narra los atisbos iniciales de Philippe, el artista, su enamoramiento por las alturas y sus performances por las callecitas de Paris. El nacimiento de un “personaje” que lo acompañará a lo largo de su vida y al que Gordon-Levitt sabe ponerle el cuerpo y el alma juguetona, con falsos toques de sofisticación.
El director da en el clavo al permitir que sus personajes hablen en el idioma que corresponde (hay muchísimo francés), justificando el exceso del inglés y el extraño acento de Joseph. El truco funciona de maravilla y de a poco vamos entrando en la etapa del gran golpe donde se concentra la segunda mitad de la película.
Con la llegada de Petit y sus “troupe” a Nueva York, la historia toma otro ritmo. Claro que hay obstáculos en el camino, pero no olvidemos que esto sigue siendo una especie de cuentito donde no faltan los ayudantes, devenidos en “cómplices” y las situaciones tensas.
En los momentos finales, es la hazaña en sí, donde entran en juego todas las habilidades de Zemeckis como narrador y artista que sabe muy bien como utilizar cada uno de los elementos que le brinda el séptimo arte, incluso cada efecto especial (que una vez más pasan desapercibidos y dejan de ser efectistas para convertirse en espectáculo) y el recurso del 3D (altamente recomendable) que, como muy pocas veces, se usa en total beneficio del relato para dejar lugar al vértigo y la ilusión de que nosotros también podemos recorrer junto al protagonista ese intrincado, pero liberador camino.
La reconstrucción del World Trade Center y el entorno de la Gran Manzana son un hermoso espejismo cargado de cierta inocencia (perdida) que viene aparejada con la época y muchísima nostalgia. Las emociones no se hacen esperar, no pueden evitarse, aunque Zemeckis no tiene necesidad de recurrir a posturas políticas ni caer en golpes bajos para sacudirnos en ese último momento. Las Torres Gemelas recién inauguradas se convierten en un símbolo: el de la meta de un artista (y las metas de tantos otros seres humanos) y el de una ciudad que se resignifica constantemente, en esta oportunidad, gracias a las ocurrencias de este malabarista de las alturas.
“En la Cuerda Floja” tiene sus pequeños baches narrativos, pero ninguno tan importante como para desestabilizar la acción constante, la magia y este nueva fábula fantástica “basada en hechos reales” que nos propone el siempre genial Robert Zemeckis.
Dirección: Robert Zemeckis
Guión: Robert Zemeckis, Christopher Browne
Elenco: Joseph Gordon-Levitt, Ben Kingsley, James Badge Dale, Ben Schwartz, Steve Valentine, Charlotte Le Bon.