En un año marcado por regresos de directores veteranos y sagas nostálgicas, Robert Zemeckis regresa con The Walk, una película que cuenta la historia de Philippe Petit, un artista callejero francés cuyo sueño es colocar un alambre de acero entre las recién construidas torres gemelas y ofrecer su espectáculo a la ciudad de Nueva York.
En la cuerda floja es un espectáculo visual imponente. En medio de la sobreexplotación del formato 3D, que en la mayoría de las ocasiones resultan oscuras, mal convertidas o solo para aumentar el costo del boleto, llega este tipo de películas que te hacen recordar la verdadera razón de la existencia de las pantallas IMAX y el uso del 3D. Y siendo honestos, con miras a la próxima temporada de premios, le auguramos muy buena suerte con los premios técnicos. Pero todo esto no basta. Joseph Gordon Levitt tiene un carisma impresionante, y es quien carga toda la película. Confirma que es uno de los mejores actores de su generación.
Sin embargo, no hay que perder de vista el otro personaje de esta película: las Torres Gemelas. Si estamos acostumbrados a que los gringos hagan películas y homenajes a sus héroes, era evidente que las Torres gemelas deberían de tener más películas. El objetivo no sólo es contar las aventuras de Philippe, que por cierto, es un gran acierto del guión contar solo lo necesario: los personajes secundarios que tienen intervención directa, y construir toda la historia para llegar al momento culminante que te deja con los nervios de punta; sino que además sirve de fondo para rendir homenaje a dos personajes que la ciudad de Nueva York extraña después de 15 años: sus torres gemelas. La mejor prueba es el plano final del filme.
Pero no por ello deja de ser un enorme éxito en la filmografía de Zemeckis, con un maravilloso soundtrack cortesía de Alan Silvestri. Un espectáculo que es imperdible en todo su esplendor.