En la mente del asesino nos presenta a un grupo de investigadores del FBI (Jeffrey Dean Morgan y Abbie Cornish) que han llegado a un punto muerto en la búsqueda de un asesino serial (Colin Farrell). Debido a eso, tendrán que llamar a un psíquico retirado (Anthony Hopkins) para que les ayude con algunas pistas del caso. Sin embargo, todos se darán cuenta de la investigación es algo más complicada de lo que parece cuando se enteran de que el asesino tiene las mismas habilidades psíquicas que el colaborador, o tal vez mayores.
La película fue una agradable sorpresa. Sinceramente no esperaba demasiado, y el elenco no me emocionaba mucho (tanto Hopkins como Farrell venían haciendo películas que dejaban bastante que desear, y completaban Dean Morgan y Cornish que son actores de segunda línea). Sin embargo, todas las interpretaciones están en un gran nivel, aún si tenemos en cuenta que es un thriller supernatural, y tanto nuestro colaborador del FBI como el asesino tienen poderes psíquicos. Los personajes tienen mucha profundidad y no se deja nada al azar.
El tema central de la película es la tan discutida idea del hombre que quiere jugar a ser Dios, que en varias ocasiones hemos discutido en esta página (sino lean la columna de Ale Paez en esta página sobre las películas de Frankenstein). La cuestión en este caso no es la de crear, sino la de tomar una vida por el hecho de evitar que sufran el deterioro de una enfermedad terminal. El asesino juega con el presente y el futuro de sus víctimas, argumentando que mata a sus víctimas para ahorrarles un dolor impensado, o como dice él “algunas veces los grandes actos de amor son los más duros de cometer”. Y por el otro lado está el personaje de Anthony Hopkins, su antítesis, considerando que lo que está haciendo está mal y que no tiene derecho de sacarle si quiera un segundo de vida a estas personas, algunas de ellas que ni siquiera sabían que estaban enfermas. Aquí es donde nos vemos inmersos en un juego de gato y ratón, con diferentes idas y vueltas.
La película se ve constantemente invadida por las visiones del personaje de Anthony Hopkins, creando un acertijo visual muy bien logrado con buenas tomas y buena fotografía. La acción es poca pero satisface, y cada tanto nos encontramos con momentos que sorprenden al espectador de una manera inesperada. Un elemento en particular que constantemente me sacaba del relato es la “cámara en mano”. Hoy en día estamos acostumbrados a este recurso en escenas de acción o en series que intentan emular la forma de grabación de los documentales. En esta caso en particular vi el recurso innecesario y mal utilizado.
Más allá de esa pequeñez, la película vale la pena. Es menor, pero si quieren disfrutar de un buen rato con estos actores, denle PLAY.
Puntaje: 7