El siempre recomendable Anthony Hopkins es John Clancy, un médico con poderes de clarividencia que vive recluído desde la muerte de su hija. Sin embargo, sale de su retiro para investigar un asesino en serie a pedido de su viejo amigo, el agente del FBI Joe Merriweather (Jeffrey Dean Morgan) y su colega Katherine Cowles (Abbie Cornish). La particularidad de Clancy es que al tocar una persona, viva o no, es capaz de ver su muerte. Es la gallina de los huevos de oro de los detectives de homicidios. Sin embargo, Clancy parece haber encontrado a su igual cuando los indicios lo llevan a descubrir que el asesino también tiene el don de la clarividencia.
El asesino que nuestros protagonistas persiguen, Charles Ambrose (Colin Farrell), juega a ser un dios piadoso, ya que todas las víctimas tenían enfermedades terminales. En su retorcida lógica, para evitarles dolor los asesina en forma amable de forma instantánea e indolora. La película entonces deviene en una competencia de habilidades sobrenaturales, una caza del gato y el ratón un tanto extraña. El problema es que se recurra a tantos estereotipos y lugares comunes en el guión, que no llega a engancharnos porque oscila entre ser muy confuso o muy obvio.
La fotografía es un tanto descuidada, aun para una película de acción, que no suelen destacar por este aspecto. Incluso se recurre a un recurso que ya creíamos descartado en Hollywood, la cámara temblando al ritmo de una carrera a pie. Además, se abusa de los montajes de imágenes aparentemente inconexas en las secuencias de las visiones de Clancy. Esta bien como recurso, pero tiene tal excesiva cantidad de minutos en pantalla que nos hará perder la atención. Por cierto, no podemos dejar de mencionar la escena en la que Clancy evalúa todos los caminos que Ambrose puede tomar “viendo” copias de él en diferentes direcciones. Juraría que ví una escena igual en “Next” con Nicolas Cage.
Es una película de cacería pero probablemente hubiera funcionado mejor como thriller psicológico, explorando los matices morales de la eutanasia que propone Ambrose. Sin embargo, es un camino que se toma a medias tintas, prefiriendo la acción de la caza en la que la presa siempre va un paso adelante. Y con razón, ya que puede ver el futuro sin problema alguno. ¿Cómo se resuelve esto? ¿No se ha metido el guión en un acertijo que no se puede resolver en forma lógica o creíble? Decirlo sería un spoiler, pero créanme cuando les digo que no es uno de los finales más brillantes del séptimo arte.
Si son parte de ese selecto grupo de culto a las películas de acción o thriller de serie B, esta película podría ser su placer culpable de este año. Salvo que sean exigentes, entonces no. Si no son demasiado fans de la acción, les recomiendo que pasen a otra cosa, no se pierden de mucho.