El hombre que veía el futuro
La capacidad de ver el futuro en los relatos cinematográficos esconde otra idea aún más interesante detrás: el anhelo del ser humano por controlar el tiempo. Desde Volver al futuro (Back to the future, 1985) el cine muestra al hombre ejerciendo el control del tiempo para modificar su destino, mientras que En la mente del asesino (Solace, 2015), utiliza tal premisa mediante el policial de estructura clásica.
La historia empieza en la escena del crimen, con un movimiento de cámara virtuoso –no será el único- que “sale” del ojo de la víctima. En ese movimiento se plantea el misterio en torno a los asesinatos: tratar de comprender la mente del asesino. ¿Por qué mata? ¿Qué tienen en común las víctimas? Preguntas que resolverá el agente Joe Merriweather (Jeffrey Dean Morgan) junto a su colega Katherine Cowles (Abbie Cornish), y con la fundamental ayuda del policía retirado y con poder para ver el futuro John Clancy (Anthony Hopkins).
En la mente del asesino es de esas películas que por la cuestión novedosa –anclada en su premisa- se diferencia del resto de los policiales de “policía atrapa al asesino”. Si se analiza la estructura del film no es más que la historia del héroe retirado (el personaje de Hopkins) vuelto al ruedo para resolver el enigma que sólo él puede solucionar para así atrapar al villano Charles Ambrose (Colin Farrell), antagonista del film que cuenta con el mismo poder usado para hacer el mal. En el proceso John también busca la redención, subsanando una herida de su pasado asociada a su fallecida hija.
Lo interesante de la película es el dilema ético moral que la premisa dispara: ¿está mal matar si es para evitar el sufrimiento del otro? Ya no se trata de evitar a muerte sino el dolor que la muerte puede ocasionar. Cuestión que le da un aire existencial a la película, reforzada con virtuosos movimientos de cámara que cambia de puntos de vista utilizando estéticos flashbacks y flashforwards para graficar las “visiones” del protagonista.
El tema ya fue visto desde otra óptica en Minority Report (2002) o Looper-Asesinos del futuro (Looper, 2012): Ver el futuro para anticiparse al acto delictivo y poder salvar al otro adquiere dimensiones bíblicas (jugar a ser Dios en el decidir si matar o dejar vivir a un tercero) con estéticas imágenes que lo afirman. Por ejemplo la visión donde la pose en cruz del villano lo ubica en el rol de mártir, aunque su color rojo lo condena negativamente. Se mezcla entonces lo predestinado, lo bíblico y lo psicológico, en un relato de buenos y malos donde prima la lógica deductiva para atrapar al enigmático asesino.
El film dirigido Afonso Poyart y escrito por Sean Bailey y Ted Griffin, se conforma con eso, con proponer el dilema aunque sin nunca resolverlo o asumir una postura al respecto en una película que será recordada en el tiempo –valga la redundancia- por su atractiva premisa.