Pensada en un principio como secuela de la inolvidable Seven, En la mente del asesino pone nuevamente en escena a un criminal que mata en serie y deja una huella (en este caso, una marca en las nucas de las víctimas) a modo de enigma a descifrar. Están abocados al caso dos agentes del FBI, Joy (Jeffrey Dean Morgan) y Katherine (Abbie Cornish), que ante la insistencia del primero convocan a John (Anthony Hopkins), un ex compañero que desde la pérdida de su hija y el abandono de su mujer vive recluído en el campo. John, ex doctor en la agencia, había resuelto en el pasado algunos crímenes apelando a sus dotes de clarividente.
Alfonso Poyart plantea un policial en torno a la clásica persecución del asesino a través de las pistas que éste va sembrando, pero a la formula le suma elementos fantásticos (los "poderes" de John, quien no solo puede ver el futuro sino también el pasado). El director brasileño da demasiado por sentado la efectividad de esos métodos paranormales (solo Katherine expresa sus reservas), y así el trío llega a unas conclusiones algo forzadas producto de estas prácticas. Las extrañas alucinaciones del veterano médico (flashbacks y flashfowards) resultan un patchwork visual más para el lucimiento del montajista que para un verdadero aporte a la trama. Misma ostentación le cabe a la música cuando el film coquetea con el melodrama
Zorro viejo habituado a las historias de intrigas, Hopkins se mueve como pez en el agua, mientras que la pareja Morgan-Cornish también está correcta en su rol. Pero el afiche de la película muestra también a Colin Farrell. ¿Y el actor irlandés? Aparece bien avanzado el metraje, en circunstancias que no conviene adelantar, aunque su presencia parece un mero aderezo ganchero. Afortunadamente, Seven quedó impoluta de esta desafortunada continuación.