El filme dirigido por David Ayer resulta una sorpresa dentro del género de acción moderna, apelando a recursos como las cámaras hogareñas o de seguridad que retratan a la par de la cámara principal, la que nos cuenta la visión del realizador. Esto genera una apariencia de falso documental que ayuda a darle un tinte más dramático a la historia. Jacke Gyllenhaal y Michael Peña son retratados como policías de carne y hueso, creíbles y humanos, gracias a una serie de escenas cotidianas plagadas de naturalidad. A esto hay que sumarle un acertado recurso que parece salido de los videojuegos, planos de manos sosteniendo armas y una visión subjetiva que nos sumerge en las secuencias de más violencia y acción. Sin caer en la apología ofrece adrenalina, acción y dramatismo con un crudo uso de la violencia y un clímax que incluye un tiroteo que es la frutilla de la torta.