Cuando uno está frente a productos como “En la mira” es difícil atenerse al axioma: no importa el discurso, sino si está bien o mal hecho. Porque esta supuesta ficción es un discurso de principio a fin.
Como prueba sobra un botón, así que preste atención al arranque.
Cámara subjetiva del conductor de un patrullero durante una persecución. Voz en off del policía: “Soy la policía y estoy aquí para arrestarte. Rompiste la ley, yo no la escribí y puedo estar en desacuerdo con ella; pero la voy a defender. No importa cuan simpático me quieras caer o me ruegues, nada que hagas me va a detener para enjaularte. Si corres, te persig, si peleas te la voy a devolver, si me disparas, te disparo. Soy una consecuencia, soy la factura sin pagar, soy el destino con una placa y una pistola y aunque puedo amar, pensar y sangra puedo morir, pero tengo miles de hermanos y hermanas que son como yo. Somos la fina línea azul entre la presa y el predador”
¡Tomá!. ¿Querés mano dura? Ahí la tenés. ¡Mamita!. ¿Quién osa tirar el primer papel de caramelo en la calle ante semejante declaración de principios?
El que dice todo esto es Taylor (Jake Gyllenhaal), quien tiene tiempo de hablar así, perseguir a los malos, y es tan, pero tan, efectivo que incluso puede registrarlo todo con una camarita. También tiene tiempo para colocar una en el pecho de su compañero Zavala (Michael Peña)
Esto porque la estética elegida para el folletín es una mezcla de “GTA” (Grand Theft Auto), uno de los videojuegos más populares de estos tiempos, “Policías en acción”, la propaganda de la policía bonaerense que emitía canal trece y, finalmente, los reality show y “archivo encontrado”.
La idea del director es llevarnos a la rutina de la policía de Los Ángeles mientras cumplen distintas misiones, cuyo riesgo va creciendo a medida que cada una se cumple (como en los videojuegos). Para lograr la empatía con el espectador cada misión tiene una suerte de intervalo en el cual somos testigos de las charlas que ambos mantienen en el patrullero tocando temas como la fidelidad, el amor, la pareja... Un poco como para conocer el costado humano de los protagonistas, y de paso, como sucede en “Gran Hermano”, sentirnos más identificados, o acaso juzgarlos. Sólo que en la proyección no aparece ningún número para votar por su eliminación del programa (lástima).
Como suele suceder en este tipo de formato, la propuesta de ver todo a través de las cámaras que propone el realizador se deshace a los diez minutos y ya nunca sabemos quién filma, desde qué ángulo, y todas las licencias arbitrarias que quiera imaginar. Empero no se debe caer en la necedad. Este producto tiene buenas chances de funcionar bien a partir de la muestra de popularidad que tiene la combinación estética. Una cosa no quita la otra.
El director David Ayer ya ha trabajado como guionista en diversos aspectos de la vida frenética de la policía, como “Rápido y furioso” (2001), “S.W.A.T”. (2003), “Dark Blue” (2002), y la más destacada, sin ser una maravilla, “Día de entrenamiento” (2001) por la que Denzel Washington ganó el Oscar a mejor actor.
“En la mira” no deja más que el vértigo de la compaginación (que se torna muy confusa) y puro efectismo en el mensaje.
Eso sí, cabe destacar los trabajos de Jake Gyllenhaal y Michael Peña. Dos actores comprometidos con sus personajes a un punto de extrema realidad. El vínculo entre ambos sostiene todo el relato, que por cierto es bastante flaco y reiterativo.
Producciones de “policías-amigos” hay muchas. No va a ser “En la mira” la que rompa con la tradicional falta de ideas.
No es la historia sino la forma de contarla, escuché por ahí. Aquí no encontramos valores ni lo uno ni lo otro.