JUEGOS MORTALES
Segunda parte de la saga de Suzanne Collins que durará hasta que el público se canse. No agrega nada nuevo: ya se sabe, detrás de este Gran Hermano mortal en un país ignoto y en un tiempo remoto, surge una heroína. Ella ganó los 74° juegos y debe salir de gira con su compañero, quien hace de novio. Todo está armado por un régimen que entretiene al pueblo con este circo espectacular, mientras se saca de encima los líderes rebeldes que empiezan a perturbar el orden. El mandón de turno, como suele suceder, no quiere que nadie le haga sombra. Así que pone en marcha los 75° juegos. Competirán todos los ganadores, casi una copa de campeones. El filme le dedica un largo rato en a los preparativos. Después llegarán los juegos, con los efectos especiales de siempre: tormentas, bichos varios, celadas, nieblas venenosas y todo un arsenal de calamidades que pone a prueba el coraje, el estado físico y la puntería de la chica de los flechazos. Mientras la pareja protagónica va matando, el pueblo se queja y el sistema reprime. Segunda parte de una alegoría demasiado evidente sobre el poder enfermo y la sana rebeldía.