De distopías adolescentes
Para comenzar debo decir que la primera parte de esta saga (Los Juegos del Hambre) me gusta. Encuentro en la narrativa de aquella algo que normalmente no se ve en las megaproducciones de este tipo orientadas al público adolescente interesado en el cine fantástico. Una narración que daba lugar a largos flashbacks que se repetían completos dos o tres veces y que servían no para poner el foco en revisar algún giro argumental sino para generar paralelos emocionales entre dos situaciones en apariencia no emparentadas. Esta narración, además no se preocupaba por elipsar ningún trayecto.
Esta condición la envolvía en un halo literario interesante que se reforzaba con una fotografía y un diseño sonoro que merecían mención. El error de aquella era no usar el mismo criterio para mostrar la acción, momento en el cual Gary Ross caía en el burdo truco de mover la cámara sin parar y recortar todo vestigio de sangre que surgiera. Con eso en mente fui a ver Los Juegos del Hambre: En Llamas, segunda parte de esta distopía de autoritarios vestidos por el Mugatu de Zoolander.
El film (esta vez a cargo de Francis Lawrence) abandona la estética narrativa de su predecesora y se vuelve más tradicional, usando el mismo criterio de edición que tienen el 80% de estas propuestas y poniendo la cámara donde hay que ponerla para captar la acción. Podría decirse entonces que este film es aún más Mainstream que el anterior y en este caso, esta estructura formal tan encorsetada da lugar a madurar a los personajes que se habían delineado con precisión en la primera parte y desarrollar a ese mal que nunca llegaba a tomar forma. En esta encontraremos más acción y más de esos hermosos planos de paisaje heredados del Western.
El guión dosifica a la perfección los giros argumentales, las curvas dramáticas, los toques de comedia y la acción, haciendo llevaderas las dos horas y media del metraje.
La violencia (recibida y ejercida) se deja mostrar más, logrando que se acompañen de manera más fluida los cambios dramáticos de los personajes en su camino a la revolución (en el sentido Mainstream), tópico central de esta parte.
En el apartado actoral, Donald Sutherland, Stanley Tucci y Philip Seymour Hoffman (a pesar de contar con pequeñas apariciones) sobresalen. Jennifer Lawrence le da más dimensiones a su personaje en relación al film anterior aunque el trío de histeriqueo que forma junto a Liam Hemsworth y Josh Hutcherson resultan aburridos, tal vez por falta de química, tal vez por ser un recurso argumental hiperagotado.
Los Juegos del Hambre: En Llamas mantiene una línea de calidad. Y si hablamos de un film que apunta al público que actualmente más reditúa en taquilla, pero también el más subestimado por los realizadores, es un avance importante.