En el último tiempo numerosos artistas de Hollywood decidieron incursionar en el campo de la realización, como fueron los casos de Jonn Krasinski (Un lugar en silencio), Brie Larson (Unicorn Store) y Olivia Wilde (Booksmart), cuya ópera prima llegará pronto a la cartelera.
Entre todos estas propuestas el debut como director de Jonah Hill es probablemente el menos interesante. No porque se trate de una película mala o fallida, sino que brinda una producción muy poco original cuyo contenido es bastante insustancial.
Los elogios sobredimensionados de la Liga de la exageración en los medios de prensa venden una genialidad que después no aparece en la obra de Hill.
En los ´90 es un collage de lugares comunes más cercano al déja vú cinematográfico que a una película en serio.
Queda la sensación que su director vio muchas veces en su vida Kids, de Larry Clark, e intentó hacer algo parecido.
Algo que tampoco está mal salvo que la trama no se siente muy original. El relato reúne todo los tópicos de manual del subgénero coming of age que aparecen habitualmente en estas propuestas.
En este caso se añade el factor nostálgico de los ´90 que Hill trabaja con la misma sutileza que un violinista que toca su instrumento con una sierra. La dirección es un poco burda en ese aspecto como si el realizador tuviera miedo que el público se olvidara el período donde se desarrolla su relato.
En esta película hay un esfuerzo descomunal de su realizador por tratar de brindar un exponente profundo del cine arte independiente y el producto final no resulta muy convincente.
Los personajes son tediosos, apenas llegan a ser desarrollados y tampoco despiertan demasiado interés. Hill propone que sigamos las andanzas de un grupo de idiotas durante 85 minutos sin mayor recompensa que la de revivir los típicos clichés del género y no es suficiente.
Desde los aspectos técnicos presenta una puesta en escena correcta con una banda sonido que contribuye a ambientar la trama.
Lo más valorable de esta producción es la dirección del reparto, integrado por chicos que en muchos casos no contaban con antecedentes artísticos.
Las interpretaciones se ven espontáneas y ese es un mérito para reconocerle al director.
En lo personal me aburrió mucho este film por la semejanza con otras producciones del pasado, pero los amantes de la nostalgia, que está de moda en estos días, probablemente la abrazarán con mayor entusiasmo.