Llegado un punto en la carrera de un actor de Hollywood, parece indiscutible el salto detrás de las cámaras. Con diferentes y variados resultados, en ciertos proyectos se nota la idea que los actores devenidos en directores quieren llevar a buen puerto. Sin ir más lejos, el año pasado tuvimos el debut de John Krasinski con la excelente A Quiet Place, y en este 2019 Brie Larson estrenó Unicorn Store, mientras que Olivia Wilde hará lo suyo cuando se estrene comercialmente su maravillosa Booksmart en cuestión de semanas. Pero quien ocupa la silla en esta ocasión es nada más y nada menos que Jonah Hill, quien desde que se destacó en Superbad ha forjado una carrera meteórica a lo largo de los años, tanto en comedia como en su costado más dramático. Con Mid90s, escrita y dirigida por él mismo, Hill construye un homenaje a su infancia, el crecer en la cálida y hostil Los Ángeles, mientras intenta acercarse constantemente al cine indie con trazos de Larry Clark y Harmony Korine. Sus intenciones tienen ese factor nostálgico que supura en cada fotograma, pero de haberla acompañado con una historia más sólida que la alejase de lo básico hubiese volado un poco más alto.