Modesta pero muy segura ópera prima de Jonah Hill.
La constante nostalgia de los 80 nos hace pensar a quienes nacimos en esa época que somos hijos de la misma. Pero una cosa es nacer y otra es vivenciar. Los que nacimos en los 80, en realidad nos criamos en los 90. Al ver en la pantalla un entorno que, a pesar de estar en otro país, se llega a identificar por ciertos detalles, uno toma noción de que ha crecido.
La búsqueda de una brújula moral
La película tiene una estructura narrativa claramente definida por la introducción del protagonista en un grupo de pertenencia. Indefectiblemente, como película sobre la madurez o el coming of age, En los 90 gravita alrededor de los temas clásicos del subgénero: la pertenencia a un grupo y la disfuncionalidad con la familia biológica.
Es una historia sobre buscar las brújulas morales que marcan el carácter de uno, sus ejemplos a seguir. Donde se alecciona a los jóvenes y a los adultos por igual: no importa cuán mayor seas, los chicos te están mirando. Hacé lo correcto.
Esa búsqueda mutua de la identidad de uno y la responsabilidad de los que lo rodean se debate en cuanto a los absolutos en los que ven la hombría. Sobre dar una imagen de madurez y ser cool que distan mucho de lo que es el concepto realmente. Una idea de la hombría, que en dicha época desvergonzadamente sexista y homofóbica, pasaba no tanto en cuanto a valores y carácter, sino en “no ser marica” y “cogerte perras.” Dicho esto, cabe señalar la escena de iniciación sexual del protagonista que podrá parecer un poco idealizada, pero con la que Jonah Hill eligió ser moderado en su desarrollo.
En los 90
Volviendo al tema de buscar una brújula moral, esta es una historia sobre aquellos valores que son inquebrantables, independientes de la filosofía que uno tenga sobre la vida. Sobre el entender que incluso el más inmaduro es leal. Cuando el protagonista tiene un accidente, los amigos están todos en la sala de espera del hospital. La madre, al entrar y ver esa imagen (incluso habiéndolos amenazado en una escena anterior), se muestra conmovida ante el aguante de estos chicos por saber como está de salud su amigo. Donde ella descubre que no importa si está de acuerdo con el estilo de vida que llevan (aunque el suyo propio sea igual de cuestionable), quieren a su hijo y lo quieren bien.
Es de destacar que con su fama, con los contactos obtenidos en una carrera nada despreciable como actor, Jonah Hill haya elegido hacerse desde abajo en su primer título como director. Hill quería que su historia destacara por encima de todo. Ello implicaba declinarse por una realización mucho más modesta, sin llegar a los presupuestos de Clerks o Following,pero tampoco apelar a una rimbombancia a la que pudo haber accedido y a la que, afortundamente, decidió declinar.
Esa elección se percibe en su elenco. Dentro de este, los que tienen trayectoria y/o gozan de cierto prestigio (por lo menos entre los críticos) son Katherine Waterston y Lucas Hedges, madre y hermano del protagonista. Sin embargo, el foco esta puesto en la relación que desarrolla con sus nuevos amigos, encarnados por actores novatos a los que Hill saca provecho, probándose -como la mayoría de sus colegas que se arriesgan a la realización- como un efectivo director de actores.
Por fuera de los detalles actorales, la de Hill es una mirada cuidada, detallista solo en lo esencial. Esto se ve en cuestiones tales como haber rodado la película en una relación de aspecto de 1.33:1, un encuadre que remite al VHS, formato con el cual muchos desarrollamos el gran bulto de nuestra cultura cinéfila.
Otro detalle es el sonido, en particular los golpes que recibe el protagonista. Aquellos que le da su hermano suenan con más detalle e intensidad que cualquier accidente o pelea con sus pares que pueda llegar a tener. Es incluso con este detalle que abre la película, como tirándonos desde el primer segundo a la parte más honda de la pileta. Aparte, cabe mencionar cómo Jonah Hill se vale de sus elecciones musicales para ubicarnos sensorialmente en los mediados de los 90 al que alude el título original de la película. Al oír Kiss from a Rose de Seal (de la película Batman Forever) uno siente indefectiblemente que esto es el ’95 y no otra cosa.