La opera prima de Jonah Hill demuestra ser una joya del género coming of age. Grandes actuaciones y una estética envolvente, hacen que este viaje a la década de lo 90's sea completamente gratificante.
Un género literario que ha tomado muchísima fuerza en los últimos años es sin dudas en coming of age, éste suele estar enfocado en contar historias de adolescentes o jóvenes adultos en donde, por lo general, el/la protagonista no se encuentra perteneciente a un grupo de personas específico, a su propia familia, con ellos mismos o exploran cambios en la sexualidad o en los pensamientos. Claro que éstas obras no siempre recorren los mismos caminos pero si hay patrones que necesitan compartir para poder llegar a esa epifanía tan buscada y necesaria para quien protagoniza la historia. De las más populares de los últimos años se destacan Lady Bird (2017) y Call Me By Your Name (2017) dos películas que exploran de manera diferente la vida de adolescentes que al fin y al cabo lo único que buscan es saber quienes son y que la gente los acepte de esa manera. A ésta última gran oleada de películas es a la que Jonah Hill quiere ponerle la joya que le falta.
Haciendo su debut como director y contando con un guion escrito enteramente de su mano es que llega En los 90 (Mid 90s, 2018), una película que cuenta la historia de Stevie (Sunny Suljic) un aniñado jovencito de no más de 11 años que vive con su hermano (Lucas Hedges) y madre (Katherine Waterston), quienes de una forma u otra no se interesan demasiado lo que suceda con Stevie. Es por eso que él en sus ansias de conseguir un modelo a seguir y de quién poder recibir un poco de “feedback” afectivo, se empezará a hacer amigos de una banda de skaters liderada por Ray (Na-Kel Smith), una joven promesa del skate que junto con sus compañeros de grupo le darán un lugar a Stevie, quién poco a poco empezará a ganarse un puesto preponderante en la banda dejando de lado al “pequeño Stevie” y afrontando situaciones impropias para alguien de su edad.
En su opera prima Jonah Hill demuestra que para contar este tipo de historias, no siempre es necesario un presupuesto descomunal, un guion rebuscado y complejo o actores de primer nivel mundial que estén en los focos de todos. Poniéndole énfasis al poder creativo en cuanto a la fotografía, a la puesta en escena y al manejo de la cámara, la lucidez a la hora de dirigir parece estar innata en Jonah Hill. La empatía que se logra con el protagonista es inmediata, es cierto que muchas veces acudiendo a una crudeza visceral para poder lograrlo pero ése recurso tiene sentido teniendo en cuenta la trama y como se desarrolla. La simpleza de la trama y lo natural que está transpuesta del papel a la pantalla hace que el relato fluya de una manera completamente convincente que sirve para conectar con el espectador desde el comienzo. Otro punto alto del film es la elección de la música, muchas veces los realizadores caen en los hits de la época funcionando más como una lista de reproducción “especial 90’s” que como si de verdad se estuviese en esos años. Acá Hill no sólo no utiliza ninguno de los temas clásicos de esos años sino que demuestra tener tino para seleccionar temas de Hip-Hop y grunge que quedan perfectas en conjunto con las imágenes.
La selección de actores es realmente excelente teniendo en cuenta que la gran mayoría son patinadores profesionales y no se dedican a la actuación. Na-kel Smith y Olan Prenatt son los máximos exponentes de esto pero demostraron tener cualidades como para tener en cuenta a futuro. Por otro lado Sunny Suljic, Lucas Hudges y Katherine Waterston, los actores profesionales, demuestran toda su calidad en cada escena que les toca participar. Sobre todo la participación de Suljic, que es llevado al extremo en múltiples ocasiones, deja la sensación de que el compromiso del incipiente actor para con el proyecto fue total.
Jonah Hill debuta a paso firme detrás de las cámaras con una coming of age que va al límite desde que comienza hasta que termina. Grandes actuaciones de todo su elenco, una estética que produce un viaje instantáneo a la década del 90 y un guion sencillo pero duro, son los pilares fundamentales para que ésta película no pase desapercibida y se consolide como una de las mejores dentro del género.