Un relato entre poético y metafísico
“En otro país” es la primera película del director surcoreano Hong Sang-soo que se exhibe en el circuito comercial. Sang-soo, sin embargo, es muy conocido en el ambiente cinéfilo de festivales y sobre todo entre los amantes del cine independiente, quienes tienen más información sobre su estilo y su obra.
Para quien firma estas líneas, “En otro país” es el primer contacto con este realizador, que ya tiene catorce títulos en su haber. Y si bien no ha sido un deslumbramiento, se puede decir que han sido 90 minutos de agradable entretenimiento.
El aspecto más interesante de esta película es la forma que Sang-soo le da al relato. Comienza con un diálogo entre dos mujeres, madre e hija, sentadas en la terraza de un hospedaje en un pueblito turístico. Están atravesando un difícil momento familiar porque tienen que hacer frente a deudas de un pariente, que ha desaparecido. Mientras esperan que algo ocurra al respecto, la hija, una joven estudiante de cine, decide escribir un guión. El resto de la película, que ocurre en el mismo lugar, sería el guión que escribe la muchacha. A su vez, ese guión está dividido en tres historias que son diferentes, aunque no tanto.
Cada una de esas historias está protagonizada por una visitante extranjera, Anne (Isabelle Huppert), y si bien siempre se llama igual, no es la misma Anne en cada historia.
Sang-soo demuestra una gran habilidad para jugar con unos pocos elementos y lograr distintas combinaciones posibles. Todo ocurre en un mismo escenario, donde se repiten una y otra vez los puntos de vista de una cámara que muestra preferencia por los planos fijos, que acerca o aleja bruscamente mediante el uso del zoom, y también, por las panorámicas horizontales.
Las historias transcurren en una aldea turística junto al mar, Mohang, en temporada baja. En la primera, Anne es una mujer francesa relacionada con el mundo del cine y ha llegado hasta allí acompañada por un realizador coreano y su esposa, aparentemente, con el objetivo de descansar. En la segunda, Anne es una mujer francesa que llega al mismo sitio para encontrarse con un amante coreano, a escondidas de su marido. En la tercera, Anne es una mujer francesa a la que su marido abandonó por una mujer coreana y viaja hasta ese lugar para aliviar sus penas.
Sang-soo entrelaza de manera sutil rasgos costumbristas, tradicionales e interculturales. En ese pequeño pueblito perdido en el mundo, los objetos adquieren rango de símbolos: celulares, paraguas, un faro difícil de encontrar en la costa, el mar con su eterno misterio, lapiceras para escribir mensajes a mano... Los personajes también se repiten, aunque con algunas variaciones: la mujer extranjera y solitaria, una pareja en la que ella está embarazada y él tiene tendencias a la infidelidad, un joven guardavidas que se la pasa nadando en la playa.
Singular belleza
También aparece un director de cine famoso que debe mantenerse a salvo de las miradas de los curiosos y un monje budista a quien Anne interroga y que ofrece respuestas desconcertantes. La tensión sexual está siempre presente, como una energía que despierta emociones difíciles de manejar entre los personajes. Y la idea del tiempo circular.
La narración no tiene principio ni fin y podría seguir así, contando una historia y otra historia, en el mismo día en el mismo lugar, con los mismos personajes, viviendo situaciones algo parecidas y algo diferentes.
Por eso, y por el cuidado de la imagen, “En otro país” se puede definir como un relato sobre una mujer que se busca a sí misma, en tierras extrañas. Un relato entre poético y metafísico, sencillo y complejo a la vez. De singular belleza.