El duelo
Recientemente ganadora del Globo de Oro a la mejor película extranjera y acreedora del premio a la mejor actriz de la última edición del Festival de Cannes, En Pedazos (In the fade, 2017), del realizador Fatih Akin (Cocina del alma) propone un duro viaje al duelo y búsqueda de venganza de una mujer apenas sostenida por sus recuerdos.
En lo que creía que iba a ser un día más, con las mismas rutinas de siempre, Katja (Diane Kruger) se prepara para sorprender a su marido e hijo en el local que éste posee en el centro de la ciudad, pero a metros del mismo es testigo de cómo una bomba explota en él dejándola sin su familia en un instante. Mientras atraviesa el dolor por la pérdida de los suyos, Katja, además, deberá enfrentarse a su familia, a los policías, y a la sociedad, que cree ver en el atentado y la muerte algo más que un simple hecho fortuito, algo que ella también presiente, y que se asocia al origen extranjero de su marido. Desarmada, en pedazos, como el título local, desde las sombras, como el original, deberá desandar los oscuros caminos y tiempos de la justicia, el darse cuenta de la manera más dolorosa que nada volverá a ser como antes, por lo que buscará explicaciones en cada recuerdo que aún mantiene y que le permiten, de alguna manera, seguir adelante.
Dividida en capítulos y sosteniendo la acción a partir de una presencia casi totalizadora de Kruger en la pantalla, la narración de En Pedazos se fraccionará en dos instancias bien diferenciadas entre sí. Una primera etapa, post atentado y muerte, en la que el guion del propio Fatih Akin buceará en el relato del toparse con la vida sin su familia de la protagonista. La cámara allí funcionará como un testigo silencioso de cada paso que dé, como así también de cada decisión desfavorable que tome y cada juzgamiento al que será sometida. En esta etapa la construcción de la otredad por parte de la película posiciona a la protagonista en un lugar incómodo, siendo víctima de la mirada retrógrada de gran parte de los vínculos que posee, y juzgando ella también a cada uno que se le acerque.
La segunda parte del film traiciona la visión política del relato, que de enfocarse en un análisis sobre el multiculturalismo de Alemania, inevitable y urgente, profundizando en sus prejuicios, sus rechazos, y sus preconceptos, pasará a una exacerbación de la búsqueda de venganza de Katja al conocer a los asesinos de su familia para saciar un impulso que hasta el momento desconocía que poseía.
Así En Pedazos pierde en efectividad, acercándose a clásicos relatos de búsqueda de venganza por mano propia, una especie de film de acción estereotipado, pero que sobrevive gracias a la sólida, exultante y potente actuación de Kruger, todos aquellos lugares comunes terminan por ceder el lugar a una tensión in crescendo hasta el desenlace final. La irregularidad de la narración imposibilita que la totalidad de la denuncia sobre los rebrotes neonazis en Alemania sea un tema principal, convirtiéndose en un tópico más del relato. Akin así resuelve de manera precipitada el vacío de Katja, obviando el vínculo creado con ella desde su desgarro y silencios, posicionándonos en un nuevo paradigma del personaje, uno que no tiene tiempo para la reflexión ni la calma. Kruger ofrece una descomunal actuación, a pesar de los vaivenes narrativos, posicionándose como el alma y el motor de la historia.