Lejos del naturalismo, siempre de la mano del absurdo, con ironías a flor de piel el estilo del director Matias Szulansky, en este caso con guión de Damian Leibovich, se empeña en mostrar una realidad distinta y personal, surrealista e hiperbólica. En este film donde se acumulan cadáveres de todo tipo, con una protagonista que se desplaza con muletas, que no se conmueve ante tanta sangre derramada y sigue imperturbable su sobrevivencia. También se plantea, “contemplar” como define el director, el desarrollo de un thriller con lógica y suspenso pero donde nadie se espanta ante tanto crimen, violencia e intentos de abuso. El policía que interviene más que investigar, abandona por cansancio. Y todo languidece como el cine con el soporte de celuloide, en una sala donde faltan espectadores y sobra el pochocho. Nai Awada es la protagonista, su elección es un hallazgo. Y ocurre lo mismo con Alberto Suárez y Flor Benitez, en un elenco entusiasta y comprometido con la visión del director. Fresca comedia excesiva y original, con personajes fríos y desorbitados.