Violencia contemplativa
Matías Szulanski hace con En peligro (2018) un policial al estilo del Giallo de Darío Argento de la década del setenta, pero atravesado por la abulia del denominado nuevo “nuevo” cine argentino. El resultado es un exquisito ejercicio formal que funciona mejor como tal que como producto de género.
La idea y guion de Damián Leibovich comienza con Carla Ponti (Nai Awada), una chica en muletas atormentada por su ex Juan (Andrés Ciavaglia). Su estado de vulnerabilidad la pone ante una constante amenaza. Ante el inexplicable asesinato de su perro recurre a pedir ayuda al Detective de policía Alberto Zapiola (Alberto Suárez).
En peligro es una serie de largas conversaciones triviales y contemplativas escenas rutinarias. Esta parsimonia es interrumpida de manera violenta por los crímenes que sorprenden a la protagonista. Como si el comportamiento abúlico que evidenciaba cierto cine de Lisandro Alonso, Ezequiel Acuña o Martín Rejtman deviniera en un estallido de sangre sin explicación.
Lo que esos films de los noventa afirmaban era cierto abandono, miserias y mezquindades de los personajes que carecían de motivos para realizar actos, ya sea en el orden narrativo causal o en el existencial. Damián Leibovich toma el recurso con dosis de humor absurdo para atravesarlo –como si fuera posible- con un estético cine vintage que recupera personajes y resoluciones formales de antaño.
Matías Szulanski filma con maestría, convirtiendo a su film en un deleite visual para el cinéfilo entendido. Lentos movimientos de cámara develan espacios, el abuso del zoom abre o cierra escenas, la música de los setenta –argentina- decora un film que parece salido del imaginario de Quentin Tarantino en el intento de homenajear a ese cine basura que conoce a la perfección.
Pero En peligro quizás resienta su propuesta justamente por abusar de sus virtudes. Remarca tanto los clichés de los "cines" que cruza –el cine en el cine, las conversaciones sin sentido que se vuelven interminables- que termina por ser un mero ejercicio formal para un nicho cinéfilo que conoce la referencia, y deja afuera del relato al espectador que busque una u otra cosa (cine contemplativo o cine policial clase b).