Revela menos y tensiona más
El filme coreano conjuga géneros y tensa los nervios hasta llegar a un desenlace a puro horror.
En presencia del Diablo suma un éxito más al cine coreano de género, díríamos de masas, tras Invasión zombie (Train to Busan). Pero más que un filme de horror, la tercera película de Na Hong-jin (The Casher, The Yellow Sea) es una aleación de géneros, con el horror como detonante principal.
Bien dicen que para generar suspenso no hay nada mejor que desconcertar al público. Ofrecer un giro imprevisto, pero que si le da al espectador alguna que otra pista, del otro lado no se siente engañado, ni siquiera desamparado. Sí respetado.
En presencia del Diablo es así. Na Hong-jin presenta a un par de agentes de la policía a los que parodia en un comienzo -como viene haciendo el cine de su país desde hace años-, mostrándolos como torpes. Pero uno de ellos, el sargento Jong-goo (Kwak Do-won) vivirá en carne propia lo que está investigando.
Extrañas muertes ocurren en un pueblito tras aparentes infecciones en la piel, y todo parece indicar que un japonés que deambula por el bosque sería el responsable. La investigación, cómo no, recae en Jong-goo, pero poco a poco él y su familia notarán que su pequeña hija empieza a experimentar… cambios en su conducta.
No es mucha la información que Na Hong-jin brinda al espectador, porque En presencia del Diablo no es siempre un filme de terror explícito. Primero no muestra las muertes, sí los cadáveres, pero por aquello de la vuelta de tuerca habrá momentos de espanto, ataques, vómitos y posesiones.
Revela menos, y tensiona más.
Están los elementos básicos del cine de género de los últimos tiempos (el bosque que encierra sus secretos, exorcismo, zombies hambrientos, una joven vestida de blanco), pero el batido es diferente, porque hay una línea argumental y no una mera sucesión de atrocidades. No es éste un filme estadounidense: hay un personaje que no es precisamente un héroe, y hasta cuestionamientos éticos para quién quiera encontrarlos.
En la tradición de otros cineastas surcoreanos -Park Chan-wook (Oldboy), Bong Joon-ho (The Host)-, las poco más de dos horas y media de duración puede atentar contra la atención -hay que tener muchas líneas de historias para seguir, y la película se centra básicamente en la pesquisa-. Pero el cambio de género -thriller, comedia, horror- estructura el relato.