En primera plana nos cuenta la historia real de como un grupo de tenaces periodistas del Boston Globe descubrieron un gigantesco escándalo de abuso de menores y encubrimiento de la arquidiócesis católica, sacudiendo hasta los cimientos de la iglesia católica.
La película es un drama elevado por grandes actuaciones (Ruffalo, Keaton, McAdams, Slattery y Tucci), cumpliendo apenas con las expectativas de contar una fuerte historia real de cómo el buen periodismo investigativo puede generar grandes repercusiones en el mundo. Sin una gran fotografía y sin puntos fuertes en un relato predecible, la historia se mantiene en una monotonía visual que va desde principio a fin. Nos presentan este gran enemigo poderoso que es la iglesia católica, pero en ningún momento vemos ese poder de ocultar la verdad a todo costo (la describen como si fuera una especie de mafia), sino débiles intentos de disuadir a los periodistas de que sigan ocultando la verdad. No defiendo a la iglesia (el gran villano en la vida real y también seguro una mafia), sino que en la película no logró mostrar eso.
Debo aceptar que esta historia no es nuevo para mí, ya que hace unos años había visto el documental Deliver Us From Evil (Liberanos del mal) de 2006, que trata sobre el padre Oliver O’Grady, que fue re-localizado varias veces en los 70s en un intento de la iglesia católica de ocultar sus abusos a menores. Oscura y repugnante por el hecho de que saber que ese tipo camina libre en algún lado de Irlanda, la recomiendo ampliamente, pero habla del mismo tema escalofriante que En primera plana.
Me sorprende mucho que esta película esté nominada al Oscar, pero no sería la primera ni la última vez que la Academia o yo cometemos errores.
Puntaje: 6