La historia es lo primordial
En ciertas ocasiones y por su tarea profesional, el periodista debe inmiscuirse en cuestiones delicadas, en lugares poco felices, en los cuales si los hechos salen a la luz pueden hacer que tambaleen los cimientos de una sociedad, entidad o gobierno. Un gran reflejo de esto es En primera plana, de Thomas McCarthy, cuya trama exhibe cómo, en 2002, un equipo de reporteros del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas de Massachusetts. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución.
En primera plana posee un estilo clásico en su narración, donde se va presentando paulatinamente el trabajo de estos periodistas, desde el inicio de la investigación hasta el momento de la publicación de la historia. Allí se va exhibiendo cómo van descubriendo las diferentes pruebas que permitieron arribar al artículo que provocó que este caso llegara a las portadas de la prensa internacional, sacudiendo a la Iglesia Católica en todo su núcleo, por ser el mayor escándalo de pedofilia dentro de la institución eclesiástica, y llevando a que el Boston Globe ganará en 2003 el Premio Pulitzer al servicio público por sacar a la luz una amplia trama de encubrimiento en la archidiócesis de Boston.
Con un contundente guión, que es estupendamente narrado, la película también tiene sus pilares en las actuaciones, todas de gran solidez y contundencia, destacándose las de Mark Ruffalo, Michael Keaton y Rachel McAdams, que son quienes llevan adelante la mayor parte del relato y permiten construir con volumen y matices esta interesante trama.
Los premios recibidos por la película destacan el valor de contar esta historia (que tal vez en otros tiempos podría haber sido ocultada y censurada por la Iglesia como los casos de pedofilia que exhibe el film) porque a pesar de haberse basado en hechos reales, resulta escabroso meterse en una temática tan delicada que encima tiene como implicada a una institución tan poderosa. En primera plana no se amedrenta por estas circunstancias, intentando en todo momento mostrar lo sucedido con crudeza y realidad, sin tapujos ni ataduras.
En resumen, En primera plana resulta un gran film, sólido y concreto, donde el protagonista es lo que se cuenta. No los planos o las actuaciones, la historia es lo primordial. Y quienes intervinieron en ella lo comprendieron desde el primer minuto, quizás también como lo entendieron aquellos periodistas en el 2002.