Decía Rodolfo Walsh que “la historia parece una propiedad privada cuyos dueños son los mismos dueños de todas las otras cosas”. En Spotlight, que es mucho más un film sobre la necesidad de conocer la verdad que sobre el periodismo, la frase del escritor y periodista argentino se redimensiona y enfoca en uno de los poderes más longevos de la historia de la humanidad: la Iglesia católica.
El Oscar con el que los votantes de la Academia de Hollywood premiaron a la película dirigida por Tom McCarthy es un Oscar no solo a un guión impecable, de relojería y con convicciones cinematográficas poco presentes en el mainstream; es un Oscar al dedo en la llaga de la institución religiosa y su relación directa con el abuso de menores.
El film bucea en la investigación que un equipo del diario Boston Globe encaró a principios de 2002 sobre los casos de pedofilia ejecutados y amparados entre 1984 y 2002 por la Arquidiócesis de Boston, en especial por su máxima autoridad, el arzobispo Bernard Law.
La trama, montada sobre un texto a cargo del propio McCarthy y Josh Singer (que venía de un muy buen guión para el film sobre Julian Assange The Fifth Estate), avanza al ritmo del trabajo periodístico del equipo “Spotlight” dentro del diario.
En un principio el Boston Globe apuntó a un único presunto responsable pero a medida que la labor investigativa iba creciendo, los periodistas se cruzaban con un número de abusadores que se multiplicaba en loop.
Spotlight no es un trabajo sobre el periodismo, o sí, pero no apunta a contar el universo de la prensa ni mucho menos describir cómo se trabaja en un diario. Si así hubiera sido es probable que el largo fallara. Porque se muestra una investigación que llegó a buen puerto, y los finales felices en el periodismo son apenas una batalla breve, parte de una guerra por la verdad que nunca termina de completarse.
El film funciona, triunfa y cierra su relato con soberbia narrativa y puesta actoral porque la historia que cuenta es sólida, los datos están comprobados y el guión echó mano a la mejor parte de los informes que elaboró el diario. Lo hace sin montarse en la épica de los cronistas (aunque la tienen y es palpable) y para ello elude la tentación de convertir en superhéroes a un grupo de personas que lo que quieren es sacarse el nudo en el estómago que les generó saber que los curas de su ciudad se dedicaban de forma sistemática a violar pibes con la anuencia del Vaticano.
Sin título
Los editores y escribas del Boston Globe retratados en pantalla son gente con dobleces morales, con sospechas cruzadas, con internas de redacción, con papeles más o menos en regla y con miedos, profundos miedos a que sus peores temores sean ciertos. Ahí es donde acierta la cinta de McCarthy, más allá del casting inmejorable que incluye a una tríada Michael Keaton-Mark Ruffalo-Rachel McAdams en estado de iluminación constante.
¿Será que el único periodismo que arde es el que ilumina?
En ese marco, el momento de agradecimiento del Oscar por parte del productor Michel Sugar le dio al film un agregado paratextual que potencia todavía más la razón de ser de Spotlight. Fue cuando lanzó un pedido nada menos que a Jorge Bergoglio: “Ojalá que nos escuchen en el Vaticano”, dijo Sugar y disparó: “Papa Francisco, es hora de proteger a los niños y reestablecer la fe”.
Porque, en el fondo, se trata de un film que apuesta a la fe religiosa. Porque si se muestra con letras de molde y tono sorpresivo uno de los hechos más comentados de los que atraviesan a la Iglesia Católica de los últimos 50 años, es que hay un concepto superior: la Iglesia tiene ovejas descarriadas y no un sistema aceitado de abusadores legitimados.
Quizá los periodistas del Boston Globe fueran más escépticos sobre la Iglesia como institución (un periodista sin escepticismo es una causa perdida, en Boston, en Buenos Aires o en Beijing). Lo cierto es que el mensaje de Sugar parece cargado de esperanza en ese cristianismo institucional, incluso en el Papa, que no es otra cosa que el jefe responsable de los sacerdotes que violaron y violan la sexualidad de miles de chicos alrededor del mundo, tal como quedó probado en numerosas investigaciones más allá de la del diario estadounidense.
¿Spotlight ganó sus Oscars a Mejor Película y Mejor Guión Original porque denuncia a los curas pedófilos? En parte sí, pero sobre todo recibió su galardón porque apuesta a que la búsqueda de la verdad es posible, aunque sea de a fragmentos y con más pena que gloria.