El arte del periodismo de investigación
Nominada a 6 premios Oscar, esta nueva película del director de Visita inesperada, En tus zapatos y Ganar ganar reconstruye el caso real de los cronistas del diario The Boston Globe que desvelaron una amplia red de pedofilia dentro de la Iglesia Católica. Como Sidney Lumet en Network: Poder que mata, Alan J. Pakula en Todos los hombres del presidente o George Clooney en Buenas noches, y buena suerte, McCarthy evita los excesos melodramáticos, la épica aleccionadora y las florituras estéticas para concentrarse en el metódico, obsesivo, obstinado accionar de unos profesionales.
En primera plana tenía todo para convertirse en otro de esos films épicos y sentimentales que dan cuenta de los esfuerzos y sacrificios heroicos que es capaz de realizar el ser humano en nombre de la verdad y la justicia. Pienso en el patrón establecido por películas como Filadelfia o Erin Brockovich: Una mujer audaz, según el cual Hollywood vampiriza casos reales, se apropia del mito de David y Goliat, y exhibe todo su poder estelar.
Sin embargo, desde bien al principio, En primera plana se presenta como una película menos ortodoxa de lo que podría parecer. De partida, comienza marcando distancias con la fórmula contemporánea que convierte toda película (o serie) sobre profesionales –sean periodistas, políticos o directivos de empresa– en un festín de vertiginosas batallas dialogadas. Una tendencia que tiene al guionista Aaron Sorkin como su mesías particular.
En la película, los periodistas del Boston Globe que trabajan por sacar a la luz una trama de encubrimiento de casos de pederastia en la arquidiócesis de esa ciudad no hablan deprisa a no ser que la situación lo requiera y en lugar de correr por los pasillos de la redacción, caminan con pausa, marcando territorio. Michael Keaton zarandea los hombros y las caderas como un viejo cowboy, o quizás más bien como un dinosaurio del viejo periodismo. Rachel McAdams zarandea sigilosa y meticulosamente a sus entrevistados con preguntas punzantes e insistentes. Así se manifiesta en primer lugar el compromiso de Thomas McCarthy (director de las discretas Visita inesperada, En tus zapatos y Ganar ganar) con el caso real que pone en escena.
En primera plana transcurre hace poco más de diez años, pero parece ambientada en una prehistoria pre-Internet. McCarthy (que ya pisó una redacción de diario, como actor, en la quinta temporada de The Wire) aspira a elogiar el periodismo tradicional de investigación, aquel que trabaja con fuentes y datos en lugar de especulaciones, un homenaje que corre el riesgo de caer en una nostalgia cegadora. Sin embargo, el realizador esquiva dicho peligro aferrándose al profesionalismo de sus protagonistas. Cada día es menos habitual encontrar películas centradas en el trabajo. La ley del arco romántico, del drama familiar, del trauma explicativo, parece marcar la pauta del cine industrial norteamericano.