Juegos de la memoria
Después de tanto thriller hollywoodense con vuelta de tuerca como única solución final, una película como “En trance”, con todos sus defectos, es más que bienvenida. No es que Danny Boyle (“Trainspotting”, “¿Quién quiere ser millonario?”) derroche originalidad, pero es evidente que logra imprimir su sello a una historia que, en otras manos, hubiese naufragado. Acá hay un robo, un ladrón que esconde el botín y pierde la memoria, y una hipnotista que tratará de que recupere sus recuerdos. Pero estos datos en realidad no importan, porque acá nada es lo que parece. Boyle plantea la película como una mezcla de policial negro y thriller psicológico, donde lo importante no es tanto lo que se cuenta sino cómo: con su collage de vértigo y confusión, de sexo y violencia, de imágenes oníricas y laberinto de espejos, el director juega en dejar “en trance” al mismo espectador, y muchas veces lo logra, aunque el ritmo trepidante y los flashbacks llegan a marear un poco. Boyle vuelve a apoyarse en sus encuadres perfectos, en un trabajo impecable de montaje y fotografía, y también en la banda de sonido, fiel aliada de todas sus películas. Eso sí, los amantes de las películas lineales, por favor abstenerse.