Con películas como Trainspotting , Exterminio , Slumdog Millionaire o 127 horas , Danny Boyle demostró su ductilidad para manejarse con soltura dentro de los más diversos géneros hasta convertirse en un director de referencia, de esos que marcan tendencia en la "modernidad" cinematográfica y logran combinar prestigio con éxito comercial.
En trance devuelve al director inglés al terreno del neo-noir de sus primeros trabajos con una historia que mixtura (y acumula) elementos propios del cine de acción, del thriller psicológico y del drama erótico. El film arranca con un robo perpetrado en pleno remate en una distinguida firma de Londres. El objetivo es un cuadro de Goya que acaba de ser vendido en 27,5 millones de libras esterlinas. El problema es que uno de los responsables del atraco (un empleado de la casa de subastas interpretado por James McAvoy) recibe un golpe en la nuca por parte de uno de sus socios (Vincent Cassel) y queda amnésico. No recordará, por lo tanto, qué hizo con la valiosa pintura. Allí entrará en escena una bella terapeuta (Rosario Dawson, en el papel de su vida) que intentará mediante la hipnosis que el protagonista recupere la memoria.
Lo que sigue es un juego de muñecas rusas, una "cebolla" cinematográfica de innumerables capas, un sistema de espejos que deforman la realidad, una trama de múltiples ramificaciones con un triángulo amoroso, manipulaciones y traiciones cruzadas.
Boyle fascina y abruma. Cuando uno cree haber desentrañado alguna de las tantas incógnitas y de los misterios planteados, sobrevienen nuevas vueltas de tuerca, giros inesperados, sorpresas y engaños que generan atracción, sí, para también algo de mareo y fastidio.
Como compensación para semejante desafío al espectador está el descomunal despliegue visual al que nos tiene acostumbrado Boyle. Su estilización, sus virtuosos encuadres y movimientos de cámara, su edición a pura adrenalina, sus saltos temporales, y sus imágenes oníricas y surrealistas, tienen algo excesivo (pirotecnia y videoclip), pero el patchwork resulta atractivo.
El director extrema su apuesta y provoca con una violencia por momentos demasiado sádica y desnudos totales (tanto femeninos como masculinos). Hay una relectura de Cuéntame tu vida , el clásico de Alfred Hitchcock, y elementos que recuerdan la complicada estructura de El origen , de Christopher Nolan. Vulgar y sofisticada a la vez, En trance es una película que nos devuelve en dosis completas y sin medias tintas lo mejor y lo peor del cine de Boyle. Tómelo o déjelo.