El laberinto Boyle
"Trance" del director Danny Boyle ha sido un trabajo bastante criticado, que ha despertado simpatías y odios por igual. Me tiro hacia el lado de la simpatía y digo que esta última película de Boyle es bastante disfrutable, con vueltas de tuerca fieles a su estilo y con un cuidado técnico más que profesional. Recordemos que el director británico ha sido responsable de cintas famosas como "Trainspotting", "Slumdog Millionaire" y "127 horas", todos trabajos en los que está impreso su sello adrenalínico característico. "Trance" no es la excepción y de hecho demuestra que Danny ha ido afilando su ojo técnico.
Es verdad que la historia comienza con un tipo de dinámica y que ésta, a medida que va avanzando el metraje, se vuelve cada vez más volátil e impredecible, presentando algunas situaciones que podrían tildarse de inverosímiles. Más allá de la chiflera creativa del escritor (John Hodge) y el director que por momentos se sale de los límites realistas, la trama de traiciones y el estilo que le imprimen, hacen que ciertos pecados como estos sean perdonados. La esencia del engaño, dentro de la trama y al espectador mismo, hace que el espectáculo valga la verborragia artística a la que nos vemos sometidos. La narración y la filmación frenética se hacen presentes durante todo el film, funcionando en el 70% del metraje y pasándose de vuelta en el 30% restante, lo que produce que por momentos nos perdamos entre tanto zigzagueo.
James McAvoy demuestra una vez más que puede protagonizar cualquier blockbuster y hacerlo con gracia y carisma. Completan el reparto una Rosario Dawson y un Vincent Cassel que cumplen muy bien sus roles respectivos, aportando maldad y sexiness a esta propuesta.
Creo que los espectadores que disfrutaron de las producciones anteriores de Boyle, no serán defraudados con esta producción y podrán sumar un título más que los confirme como fans de su estilo de filmación. No es de sus películas más memorables, pero eso no quita que sea un entretenimiento digno de ver y recomendar, sobretodo para discutir luego con amigos sobre como interpretaron el laberinto fílmico al que estuvimos sometidos.