Paso atrás
En tus zapatos es una película rarísima para esta época. Desde la premisa (una máquina ancestral para arreglar suelas que hace que un zapatero se convierta en la persona cuyos zapatos se pone) hasta su carácter de comedia neoyorquina pequeña, de tono menor y sin pretensiones, todo resulta bastante anacrónico y recuerda más que nada a alguna que otra película de comienzos de los 90 (especialmente Milagro en Nueva York, o 29th Street, enorme peliculita de George Gallo que casi nadie recuerda). Y ese anacronismo se hace aún más presente si tenemos en cuenta que transcurre en el Lower East Side neoyorquino, una de las pocas zonas de Manhattan en mantenerse casi intactas con el paso del tiempo. Tal vez haya sido por esto, o tal vez simplemente porque aborrecen absolutamente todo lo que contenga a Adam Sandler, pero la crítica estadounidense trató a En tus zapatos con una saña -22/100 de promedio en Metacritic- que, tras ver la película, resulta más bien incomprensible. Y no porque se trate de una gran película; de hecho, ni siquiera llega a ser realmente una buena película, pero es tan amable e inofensiva que resulta bastante extraño que se la haya recibido con semejante desprecio.
Lo que sí resulta significativo es el paso atrás que En tus zapatos significa en la carrera de su director, el otrora Tom y hoy Thomas McCarthy (quien también es un actor de reparto bastante prolífico). La filmografía de McCarthy venía en un importante crescendo: arrancó con The Station Agent (2003), agridulce comedia indie protagonizada por un Peter Dinklage pre-Tyrion Lannister, Patricia Clarkson y Bobby Cannavale con mucho subrayado innecesario y grasadas varias pero con grandes momentos y personajes entrañables. Las cosas mejoraron con Visita inesperada (2007), la única de sus películas en haber tenido un estreno comercial en Argentina hasta En tus zapatos y una que, en los papeles, tenía toda la pinta de ser un bodrio progre-culposo, pero que terminaba eludiendo muchos de los lugares comunes en los que podría haber caído, además de contar, nuevamente, con grandes personajes. Finalmente, McCarthy se afianzó totalmente, enfatizó en sus virtudes y dejó atrás sus defectos en la excelente Ganar ganar (2011) que, si todavía no la vieron, deberían correr a ver. Y que también está llena de grandes personajes.
En tus zapatos, en cambio, no tiene grandes personajes. Se nota que McCarthy los quiere tanto como a los del resto de sus películas, pero algo falla en su manera de transmitir ese amor al espectador, y terminan resultando personajes incompletos, incluso su protagonista. Esto podría haber sido fatal porque es muy difícil que una película como En tus zapatos funcione sin personajes con los que uno pueda sentir empatía pero, a falta de personajes queribles, McCarthy logra por lo menos que su película lo sea: si bien En tus zapatos es una película despareja y llena de tropezones que no logra decidir su tono y lo cambia continuamente, esa misma indecisión la hace libre. Y es en sus momentos de mayor libertad cuando mejor funciona, como cuando se convierte en una especie de Después de hora, con Sandler poniéndose un montón de pares de zapatos para intentar salir de un quilombo importante con gente pesada. O en su casi superheroica vuelta de tuerca final, el único momento verdaderamente hermoso de la película que, lamentablemente, llega demasiado tarde.