En un Lugar de Francia cuenta la historia de un médico rural de la campiña francesa, Jean-Pierre Werner, al que se le diagnostica un tumor cerebral. Ante la recomendación de su propio médico, se ve obligado -muy a su pesar- a buscar a alguien que lo reemplace en sus actividades diarias para poder permitirse la oportunidad de batallar su enfermedad.
Si hay algo que caracteriza a las personas situadas en el campo es precisamente su resistencia al cambio: los pacientes se rehúsan a probar nuevas maneras y el mismo doctor no quiere tomarse una muy necesaria licencia. Es en Nathalie Delezia, una ex enfermera recién recibida de médica, en quien Jean-Pierre deberá encontrar no sólo un reemplazo sino también un sostén, así como lo es él en su labor de médico de la comunidad.
En un Lugar de Francia es un film que cumple con las expectativas: presenta un drama que no abunda en clichés y no necesita recurrir a los golpes bajos para emocionar, mientras que los toques cómicos se presentan de manera sutil, casi siempre de la mano del mismo Jean-Pierre. El director, Thomas Lilti (otrora médico antes de dedicarse al cine) recurre a escenas cotidianas de la vida de Jean-Pierre para mostrar el nivel de sacrificio y dedicación que implica ser un “médecin de champagne”, palabras que titulan al film según su original en francés y que le sientan mejor que la traducción al español debido al énfasis que ponen en la verdadera historia: la de los médicos rurales.
Al fin y al cabo, esta no es una historia de amor ni el relato de un personaje ante las adversidades de una enfermedad, sino una narración sobre la vocación de los médicos rurales, quienes no sólo se dedican a curar las dolencias físicas, sino también las psicológicas y las del alma. El médico es una figura respetada por la comunidad no sólo por ser el único en los alrededores, sino por el nivel de atención que dedica a sus pacientes: es obstetra, gerontólogo, ortopedista, clínico; es un respeto merecido, pero un respeto que ha tenido que ser ganado. Por el otro lado, la crítica al sistema de salud francés también se hace presente, en cuanto las áreas suburbanas se encuentran descuidadas y dependen de la vocación de personas como Jean-Pierre.
La construcción y el desarrollo de los personajes están dados a partir de las pequeñas cosas, los pequeños gestos. François Cluzet, quien encarna a Jean-Pierre, lleva adelante la historia y los detalles de su personaje a partir de contados gestos, acompañado de una igualmente talentosa Marianne Denicourt como Nathalie.
En un Lugar de Francia es, ante todo, una película sobre el vivir y específicamente sobre la calidad de la vida. Sobre las posibilidades de la medicina en el campo y la vocación de las personas que dedican sus vidas a sus pacientes, a diferencia de lo que ocurre en los grandes hospitales.