En un lugar de Francia

Crítica de Iván Gordín - Alta Peli

François Cluzet protagoniza En algún lugar de Francia, un drama con buenas dosis de humor y ternura.

Médicos del corazón

Jean Pierre (François Cluzet) es una médico rural con una vida solitaria. Divorciado y con un hijo ya mayor, dedica sus días a la atención de los necesitados pacientes de la campiña francesa. Sin embargo, el diagnostico de una terrible enfermedad y la llegada de una asistente, Nathalie (Marianne Denicourt) le dará una nueva perspectiva a su existencia.

Al igual que Amigos Intocables, donde Cluzet también interpretaba a un enfermo terminal, el film esquiva el típico golpe bajo al que recurren este tipo de historias y por suerte no se convierte en las ya genéricas e inmirables “Cancer Movies”. Y más allá de que el malestar del protagonista sea catalizador del argumento, el director y guionista Thomas Linti decide no enfatizar en el padecimiento físico ni en las inevitables perdidas familiares. La trama gira principalmente en torno a los vínculos afectivos y como éstos nos permiten delegar nuestras cargas emocionales. Asimismo, Linti, quien ejerció la medicina antes dededicarse al cine, manifiesta un panorama de la profesión más allegado a comprender la humanidad de los pacientes por sobre los estudios, las drogas paliativas y los resultados técnicos.

El encanto no es eterno
Si Linti logra desplegar una narración amena y sostenida es gracias al encanto del dúo protagónico. Es un placer observar el oficio de Cluzet y Marianne Denicourt, ambos se desenvuelven con naturalidad y crean una química que es de lo más destacado del film. Cabe destacar que ésta relación no parte de la novela rosa sino a partir de la verosimilitud, Jean Pierre y Nathalie establecen una amistad a partir de la admiración y el respeto mutuo. Lo cual tampoco quiere decir que el ingrediente emotivo y pseudo melodramático no este presente en buena parte del largometraje.

Lamentablemente, el ritmo y la narrativa fluída terminan por desmoronarse en la última media hora del metraje. Linti intenta atar los cabos sueltos de varios subtramas innecesarios y por momento la película parece sucumbir al “síndrome Retorno del Rey“ con 53 finales consecutivos. Pareciera que el guionista se quedo sin ideas para contar y tuvo que recurrir a tangentes redundantes y completamente prescindibles. Y peor aún, cede su atención a estas historias secundarias y resuelve de manera forzada y “mágica” el conflicto real.

Con respecto al aspecto visual, hay que decir que éste es bastante prolijo y aporta bellas imagenes paisajisticas pero no se destaca en ningún momento y abusa de las secuencias con “montaje musical” para resumir algunos eventos argumentales. Uno no puede evitar preguntarse si tal vez lo mejor no era tomarse ese tiempo para contar con más detalle esos eventos y así evitar torturarnos con las 123 conclusiones que tenemos que ver al final.

Conclusión
En algún lugar de Francia es un film que por momentos apela al corazón pero que en mayor parte apela al aburrimiento en todo su esplendor. Una película que subraya sus propias ideas y con nua historia pasable gracias al carisma de sus interpretes.