Melodrama arriesgado y provocativo, que por momentos peca de didáctico
Susanne Bier (conocida por films como Hermanos, Después del casamiento y Lo que perdimos en el camino ) ganó el premio Oscar a la mejor película extranjera por este melodrama que vuelve a trabajar sobre los temas favoritos de la directora danesa: los dilemas morales de la burguesía europea, el sinsentido de la violencia en sus diferentes expresiones, la crisis de valores, la descontención de los adolescentes, la culpa, la degradación y la muerte.
Llena de buenas intenciones, de ideas políticamente correctas, En un mundo mejor cede por momentos a la tentación aleccionadora y se torna demasiado programática, esquemática, alegórica, solemne y didáctica. La realizadora acumula temas y conflictos "importantes" y se dedica a pontificar sobre ellos con resultados dispares, ya que pendula entre lo inquietante y lo banal.
El protagonista es Anton (Mikael Persbrandt), un médico sueco que pasa buena parte de su tiempo en un campo de refugiados de Sudán dominado por la más absoluta pobreza y la violencia (hay un zar local que se dedica a ultrajar a las embarazadas). Mientras tanto, en el frente interno, debe lidiar con una profunda crisis de pareja con su esposa, Marianne (Trine Dyrholm), que vive en Dinamarca con los dos hijos del matrimonio. Eso no es todo: una subtrama (no menor) tiene que ver con la fuerte carga (y posterior explosión) de violencia en el ámbito escolar.
Bier nos (de)muestra que las contradicciones, los excesos, los riesgos y las miserias humanas brotan en los puntos más distantes del planeta: en la arrasada Africa y en la (ya no tan) opulenta Europa. El problema es que por momentos lo hace subrayando, mostrando más de lo necesario.
Hay, por supuesto, una solidez formal y dramática similar a aquella de la que suele hacer gala buena parte del cine nórdico (especialmente el danés) y que tiene que ver con la elegancia de la puesta en escena, con la sobriedad y convicción de sus actores, pero el film dilapida varios de sus mejores momentos con resoluciones demasiado obvias. De todas maneras, quedó dicho, se trata de una película arriesgada y provocativa en los temas que aborda. Merece, por lo tanto, ser vista y discutida.