En un mundo violento
Así como sucediese en Después del casamiento (Efter brylluppet, 2006), En un mundo mejor (Haevnen, 2010), película ganadora del Oscar a la mejor realización en idioma extranjero de 2010, toma un conflicto social para luego dejarlo de lado e introducirse en un dilema moral atravesado por la violencia.
Anton (Mikael Persbrandt) es un médico que divide el tiempo entre su casa en Dinamarca y su trabajo en un campo de refugiados de África. Con su esposa Marianne (Trine Dyrholm) está experimentando una separación que afecta directamente a su hijo Elías (Markus Rygaard) quien en el colegio, entablará amistad con Christian (William Jøhnk Nielsen ), un niño violento afectado por la muerte de su madre.
Susanne Bier se introduce nuevamente en los conflictos que dispara la moral burguesa, esta vez a razón de la violencia ejercida socialmente. Siempre planteando una delgada línea entre un alegato y una reflexión, la directora escandinava tiene la virtud de narrar sus dramas desde las entrañas de sus personajes con una tensión inigualable.
Las escenas van incrementando su nerviosismo una tras otras sin perder jamás el pulso del relato, superándose paulatinamente en interés y fuerza. Pero Bier evita caer siempre en el golpe bajo al centrarse en sus consecuencias, siempre desde el realismo crudo generado por recursos cinematográficos como la cámara en mano, los cortes bruscos en el mismo plano y los encuadres cerrados en sus personajes.
En un mundo mejor tiene la particularidad de enfrentar el dilema moral del bien y el mal a las injusticias sociales. ¿Cómo conservar una postura pacifista frente a una injusticia social marcada por la violencia? Frente a esta premisa, el film desarrolla las múltiples variantes que el guion –en colaboración con el habitual Anders Thomas Jensen- prepara a sus protagonistas, involucrándolos con el espectador. El tratamiento visceral del tema –entiéndase desde las vísceras de los personajes- evade la toma de postura social por parte de la realizadora y se focaliza en el desarrollo interno del conflicto.
Así, Susanne Bier retoma su temática recurrente, los dilemas de la moral burguesa, logrando ser más punzante en su discurso y explotando al máximo su mayor virtud: generar como nadie la tensión dramática entre personajes al punto de poner en jaque sus creencias y principios.