De la periferia a Hollywood
Padres e hijos se enfrentan a diversas encrucijadas morales en el largometraje ganador del Oscar a la Mejor Película Extranjera. El film se vale de personajes deliberadamente universales para ofrecer una historia a la que se le descubren enseguida los hilos.
Ganadora del Oscar al mejor film extranjero en la última ceremonia de la Academia de Hollywood, por encima de Biútiful, que parecía el caballo del comisario, En un mundo mejor es esa clase de películas que podrían definirse como “mainstream periférico”, ese cine realizado por fuera de los grandes centros de producción, pero que sin embargo se esfuerza por disputar un lugar en la corriente principal del mercado mundial. Coproducción escandinava con algunos de los mejores talentos de la región, En un mundo mejor tiene un excelente acabado técnico y personajes deliberadamente universales, pensados para llegar a los públicos más diversos, en cualquier rincón del Globo: padres e hijos enfrentados no tanto entre sí mismos como con sus propias encrucijadas morales. No habría nada de malo en ello si no fuera porque en todos y cada uno de los giros del guión (y no son pocos) se hacen evidentes el cálculo, el mecanismo, los “botones” que el film intenta pulsar para conseguir la emoción o el efecto deseado en sus espectadores.
De estructura binaria, En un mundo mejor se inicia con dos historias independientes entre sí, pero que a lo largo del relato irán relacionándose cada vez más hasta quedar totalmente imbricadas. En un campamento de refugiados en un país indeterminado de Africa, Anton (Mikael Persbrandt) hace lo que puede: es médico y no le saca el cuerpo a nada. Tifus, malaria, desnutrición infantil, todo pasa por su consulta a cielo abierto, pero nada es más terrible que esas mujeres jóvenes, muchas de ellas embarazadas, que llegan al borde de la muerte, después de haber sido brutalmente acuchilladas por un matón de la región llamado Big Man. Bien lejos de allí, en la idílica Dinamarca, su pequeño hijo Elías tampoco tiene las cosas fáciles: se ha convertido en víctima predilecta de una patota escolar que le pega y se burla de él.
En el otro movimiento del film, Claus (Ulrich Thomsen), un poderoso hombre de negocios, regresa a su finca natal en la campiña danesa. Su esposa acaba de morir de cáncer en Londres y él pretende que su hijo, Christian, se recupere del shock habitando el mismo paisaje en el que él creció. Alumno nuevo, Christian no tardará en hacerse amigo de Elías, y no sólo porque el maestro los sienta juntos. Bastará que una mañana el líder de la patota intente marcarle también a él el terreno para que Christian –que a priori parece formado en las más estrictas reglas de la urbanidad– reaccione con un salvajismo desproporcionado.
De allí en más (y eso es sólo el comienzo) el tema de la violencia se irá instalando lenta y persistentemente en el film. Por diversos motivos –los viajes frecuentes, la distancia emocional–, los padres de ambos niños son figuras ausentes, no tanto de la dramaturgia de la película como de la vida de los hijos. ¿Qué ejemplo son capaces de dar esos hombres? Elías dice odiar a su madre (la estupenda Trine Dyrholm, una actriz que se viene luciendo desde La celebración), pero es una inmadurez de su padre lo que precipita a la pareja al divorcio. ¿Y acaso Claus siquiera sospecha que su hijo le guarda tanto rencor? ¿Y que esconde no sólo un cuchillo, sino también que planea hacer estallar una bomba?
A cada vuelta de tuerca, En un mundo mejor parece convertirse en un mundo peor. En la visión subjetiva de esos chicos, el espacio que habitan es casi tan bárbaro y cruel como el que la película se encarga de describir en Africa, en un contraste que no se pretende precisamente sutil. Como en su película Hermanos (2004) –que no casualmente tuvo una remake en Hollywood–, la directora y guionista Susanne Bier se empeña en construir primero una serie de antagonismos y enfrentamientos para finalmente, al filo de la tragedia, descargar de pronto, como caído del cielo, el bálsamo tranquilizador del amor y la redención. Enfática, solemne, En un mundo mejor se parece demasiado a aquello de lo cual el cine debería alejarse: un sermón.