Jane (Meryl Streep) hace una década que está separada y se lleva muy bien con su ex marido Jake (Alec Balwin). Tiene tres hijos, uno de ellos esta por graduarse, hecho que motiva la reunión de la familia.
Jake se ha vuelto a casar con una mujer mucho más joven con quien la convivencia matrimonial es aparentemente feliz, pero subterráneamente no todo es color de rosa.
La reunión familiar produce el reencuentro de Jane con Jake, una cosa trae a la otra, una copa a la siguiente, con un porro de por medio, recordando los años jóvenes, les hace redescubrir sus verdaderos sentimiento y retomar las relaciones.
A la historia se incorpora Adam (Steve Martin), un arquitecto contratado por Jane para remodelar su casa, quien se siente atraído hacia ella, la que no le es indiferente. Así planteada la nueve situación, los hechos se van complicando para culminar la historia a satisfacción del espectador.
Sin mayor esfuerzo ni imaginación para poner en funcionamiento un relato convencional Nancy Meyers, empero, en su doble condición de guionista y realizadora, dota a la narración de algunas situaciones entretenidas.
Meryl Streep no oculta su edad para seducir con su labor no sólo a los dos galanes maduros, sino también a los espectadores. Lo hace acompañada muy eficazmente por Alec Baldwin, excelente comediante, sin ningún problema de mostrarse como un Adán su físico excedido en peso, con orgullo y simpatía, y Steve Martin encarnando, con su reconocida profesionalidad. a un personaje que no termina de integrarse plenamente a la historia, luciéndose en la acción del baile durante la fiesta de graduación. El trío cuenta con el apoyo de un buen plantel de intérpretes secundarios.
Se trata, pues, de una obra técnicamente bien resuelta, amena, que invita a pasar un buen momento, con sus aciertos y desaciertos.