Ese asunto de enamorarse en el otoño
Si las parejas que se divorcian volvieran a juntarse diez años después, todos sus viejos problemas se solucionarían. Graciosa en su contexto, la frase define uno de los conflictos que sostienen a una convencional comedia romántica como Enamorándome de mi ex, escrita y dirigida por la norteamericana Nancy Meyers, especialista en escribir y dirigir comedias románticas convencionales. Sin ser un elogio, esto último tampoco representa un agravio. Más bien es una forma retórica para agrupar una serie de presupuestos con los que Meyers intenta ligar sus films (Lo que ellas quieran, Alguien tiene que ceder) con la clásica comedia romántica norteamericana, sin llegar nunca a aquellas alturas (ni mucho menos). Pero uno de los más evidentes elementos particulares que alejan a este film de aquella estética es que a diferencia de los galanes en plenitud y las divas deslumbrantes del pasado, el trío de estrellas que encabeza este elenco interpreta personajes que se encuentran en el umbral de salida de la edad de merecer, pero que con total justicia todavía quieren, necesitan merecer.
Es por eso que Jane (Meryl Streep) y Jake (Alec Baldwin), diez años después del divorcio, parecen más cerca que nunca. Aunque él se haya casado con una atractiva jovencita; aunque ella se empecine en disimular cierta recelosa resignación (¿envidia?) tras una máscara de respeto conciliador. Esa tirante buena relación se traslada a los lazos que los unen a sus tres hijos: Jake, simpático padre que histéricamente admite su ausencia; Jane, madre omnipresente que arrastra sus indisimulables diez años de soledad. Toda esa familia se reunirá en la graduación del menor de los hijos, pero el faltazo con aviso de la joven esposa de Jake dejará a los superados ex esposos expuestos a su propia necesidad de seguir mereciendo. Una cena en el bar del hotel terminará en una noche de sexo “como las de antes” y el destino ya se ha echado a correr.
Todo el asunto de la edad de los protagonistas no es un tema menor dentro de esa rueda girando que es Enamorándome de mi ex y revela los distintos mecanismos a los que recurren hombres y mujeres para seguir sintiéndose jóvenes. Por un lado, Jane consulta con un cirujano plástico por una corrección en sus párpados y termina horrorizada por las penurias que deberá atravesar si quiere dejar de padecer frente al espejo. El, en cambio, no parece acomplejado por su cuerpo de osito cariñoso: está claro que al hombre le basta con llevar del brazo a una mujer más joven para creer que con eso alcanza para que el corazón vuelva a irrigar los cuerpos cavernosos como antes. Claro que ninguno de esos trucos sirve para engañar el tiempo o capturar la felicidad.
Se extraña aquí el elemento fantástico de Lo que ellas quieran, única de las cinco películas de Meyers que no cuenta con guión propio. Pero si no se pretende más que humor leve, en ocasiones efectivo, o las actuaciones histriónicas al borde de la caricatura de Baldwin y Streep, esa primera hora y pico en que los protagonistas van en busca del tiempo perdido puede resultar entretenida, aunque se caiga en el simplismo de reducir la alegría a un porro. En la segunda parte cobra mayor protagonismo el personaje que interpreta con mucha más mesura Steve Martin, tercero en discordia, y todo se vuelve más aleccionador, sentidamente adulto y correcto políticamente. No es que en el comienzo hubiera algo incorrecto, pero habiendo movido un poco algunas piezas fuera de su molde, al final se prefiere dejar cada cosa en su lugar.