Este documental, opera prima, es una invitación a descubrir a un grupo de culto absolutamente estrafalario, Los síquicos litoraleños. Que mezclan psicodelia con chamamé, se presentan en cualquier parte (un campo, un chiquero, las afueras de un pueblito de calles de tierra) vestidos con túnicas, pelucas y máscaras y los conoce todo el mundo, aunque nadie los conoce. "Ellos hablan de lo locas que son las cosas acá, y nadie se daba cuenta", dice uno de la zona, Curuzú Cuatiá, en la provincia de Corrientes. A testimonios de propios se suman los ajenos: críticos musicales, periodistas, músicos que van dando cuenta de ese culto, de la leyenda. "Tienen dos dictadores: el tereré y la siesta. Y se dejan dominar por ellos", añade otro, para explicar las razones detrás de la falta de difusión y, sobre todo, de auto bombo de la banda. Que fue invitada a girar por festivales internacionales, "aclamada en Europa", venerada por coleccionistas que hablan holandés. Encandilan luces reúne una buena sinfonía de voces autorizadas, entre los que los vieron, los escucharon, o los vieron pasar. Incluyendo expertos en esos hongos alucinógenos que crecen entre la bosta de la región. Con espíritu juguetón, para subrayar el misterio, los grandes ausentes son, precisamente los integrantes del grupo, que alguien llamó "el Pink Floyd de los pobres".