Pink Floyd de los Pobres
Hay una banda que es casi un mito del noreste argentino, unos músicos extraños de los que mucha gente habla pero de los que saben casi nada. Hace varios años ya comenzaron a tocar por las plazas de la provincia con extraños disfraces que sorprendían menos que su sonido inclasificable.
Los Síquicos Litoraleños rompieron la calma de una región donde el chamamé es un modo de vida que no cambió casi nada a lo largo de las décadas, y hay quien dice que la decisión de cubrirse los rostros fue una cuestión de supervivencia antes que artística, temerosos de la reacción que podría tener el público ante esa subversión de un estilo que podía llegar a considerarse hereje por la población más conservadora.
Los temores resultaron bastante infundados, porque aunque no todo el mundo disfruta de su intensidad, se fueron haciendo de un público. Con el tiempo surgieron otras bandas locales que siguieron su ejemplo, incluso con algo más de repercusión por fuera de su entorno inmediato, logrando una fama que Los Síquicos Litoraleñosparecen eludir intencionalmente. Algunos dicen que por amor a la siesta.
De Curuzú a Holanda
La propuesta de Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños es tan caótica como la de la banda que tributa, con un estilo completamente coherente con lo que pretende mostrar.
No abunda el material de la banda y ellos mismos no parecen ser muy afectos a mostrarse, por lo que mucho de lo que vemos son videos caseros de una calidad bastante pobre, intercalados con entrevistas a gente de su entorno o del público que sigue narrando algunas de sus historias. Y también de algunos personajes locales de los que es difícil afirmar su veracidad, porque bien podría ser todo un mockumentary por el nivel de absurdo que alcanza en varios de sus mejores momentos.
Siempre en la forma de una comedia caótica, que cambia continuamente de rumbo y rara vez termina una historia porque en el medio se desvía hacia otra, este documental no profundiza sobre la historia de la banda ni sobre su obra, quizás porque esa información casi no existe. En cambio se propone mostrar un poco de ellos en el mismo tono lisérgico y lo-fi que logró que sean menos conocidos en Buenos Aires que en Europa, donde participaron de un festival y dieron varias entrevistas.
Este viaje es más difícil durante los primeros minutos, cuando el intenso bombardeo de imágenes y sonidos puede llegar a causar más dolor de cabeza que un maratón de Pokemon. Una vez que el cerebro recupera su estado semi sólido y entramos en el código absurdo que proponeEncandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, es posible que se despierte la curiosidad por estos músicos de Curuzú Cuatiá, dedicados a deconstruir el chamamé y rearmarlo en una bola de sonidos progresivos y punk, haciendo parecer razonables a los vecinos que aseguran que fueron abandonados por un plato volador a su suerte en algún lugar del monte.