Encanto representa el largometraje animado número 60 de los estudios Disney y en un comienzo generó cierta expectativa al contar con el artista Byron Howard en la dirección. Un realizador que fue responsable de dos títulos magníficos como Enredados y Zootopia.
Lamentablemente su nueva obra no se encuentra a la misma altura que sus trabajos previos y tampoco llama la atención que resultara una decepción comercial para la compañía estudio que esperaba más de este abrazo a la inclusión latina.
Realizada con un presupuesto de casi 150 millones de dólares hasta la fecha el film generó un poco más de 72 millones de dólares, una cifra muy por debajo de lo que proyectaba Disney.
Probablemente también les va a quedar un stock considerable de merchandising, ya que cuesta imaginar que los chicos, especialmente las niñas, salgan desesperadas del cine por tener las muñecas de Mirabel o los productos concebidos con estos personajes.
Un inconveniente notable de este film es que desarrolla una historia que parece concebida por la Asociación Cooperadora de un colegio primario para una obra de teatro en el acto de fin de año.
El típico caso donde los padres hicieron un esfuerzo descomunal y admirable por conseguir la aprobación y aplausos de los adultos con una moraleja positiva pero se olvidaron de entretener a los más chicos.
La gran paradoja de esta producción es que a diferencia de los que plantea el título el film carece de ese “encanto” especial que tuvieron los trabajos previos de Byron Howard. Esto se relaciona con el problema de siempre donde el mensaje que se busca predicar está por encima del entretenimiento y el estímulo de la imaginación y la fantasía.
Si no fuera por las canciones de Lyn-Manuel Miranda que levanta el relato con los ritmos latinos cuesta muchísimo llegar al final de Encanto porque los personajes son un bodrio. El tratamiento de la fantasía no podría ser más insípido y tampoco ayuda que la trama se relacione con el trillado tópico de la heroína que debe salvar su comunidad y familia, que también abordaron Moana y Raya y el último dragón entre otros títulos previos.
Tras una introducción simpática con la canción “La familia Madrigal”, Maribel, la figura principal, enseguida se vuelve un personaje monótono. No alcanza con que se presente una protagonista de origen latino que usa anteojos si después el guión sabotea la posibilidad de que pueda sobresalir cono una heroína notable dentro del cuento.
No hay grandes momentos de aventura ni villanos destacados (desterrados por los ñoños de la corrección política) ya que todo pasar por machacar el sermón de “vos también podés ser especial”. Inclusive cuando integrás el reparto de ficción más aburrido que se concibió en el último tiempo.
En materia de representación latina en la animación la excelente serie de Nickelodeon Los Casagrande, spinoff de The Loud House, le da 500 vueltas a Encanto con personajes más divertidos y carismáticos y no es casualidad que hoy sea un éxito consolidado en el público infantil.
La intención del mensaje que se busca expresar en este film es noble pero los realizadores descuidaron un argumento que resulta trillado y predecible. Para tratarse de la película animada número 60 de la compañía se esperaba mucho más de esta propuesta.
El espectáculo al menos se compensa con la banda de sonido que es simpática y la puesta en escena visual que obviamente está a la altura de lo que suele brindar esta compañía.
A quienes les guste el fotorrealismo de CGI, muy propio de los títulos de Pixar, también, encontrarán otro condimento para apreciarla. Encanto tampoco es una película mala pero dentro de esta temática Disney ofreció en el pasado obras muy superiores.