Otra misión imposible
El guión del ignoto Patrick O'Neill apuesta a combinar por agua, tierra y aire acción, aventuras, romance, suspenso, comedia y un festival de efectos visuales reciclando elementos, situaciones, ambientes y recursos ya vistos una y mil veces. Una rápida enumeración no debería obviar a:
1- El cine de Alfred Hitchcock.
2- La saga de Misión: imposible.
3- Las películas de James Bond.
4- La saga del agente Jason Bourne.
5- Sr. y Sra. Smith.
6- La saga de La gran estafa.
7- Charada.
La lista podría seguir hasta el infinito... y más allá, pero considero que el lector ya tendrá a esta altura una idea más o menos cierta de por dónde transita este "refrito" que no indigna, es cierto, pero que creo sólo puede disfrutarse (un poco) en plan "bizarro"; es decir, aceptando su apuesta por el ridículo y minimizando sus clisés y estereotipos en pos del "homenaje", la "cita" o la "recreación" de toda la propuesta.
Esperaba más de James Mangold, no porque sea un gran director (tiene un par de bodrios en su haber) sino porque venía demostrando que es de esos "artesanos" todoterreno que tan funcionales (y necesarios) son para la industria de Hollywood. Pero esta vez el director de las dignas Tierra de policías, El tren de las 3:10 a Yuma y Johnny & June: Pasión y locura. se limita a fotografiar lo mejor posible a las dos estrellas (¡qué viejos están Tom Cruise y Cameron Diaz y qué poca química hay entre ellos!) y a construir, una tras otra, las set-pieces a fuerza de CGI en los más diversos puntos del planeta y en todas las variantes posibles (aviones, trenes, autos, motos, lanchas).
Pero si con el romance y la comedia no pasa absolutamente nada y si Cruise no logra convencernos de que es el heredero de Cary Grant, la adrenalina tampoco alcanza a compensar demasiado los baches (abismos) de un producto tan inofensivo como en definitiva insustancioso. La trama aquí es lo de menos (todos luchan por hacerse de una batería, el MacGuffin del asunto) y la cosa por lo tanto queda en una sucesión de persecuciones y explosiones.
Ah, el destino final de los protagonistas es... el Cabo de Hornos. Recibamos, entonces, a esta pareja marketinera, pero esta vez muy poco explosiva.